lunes, 22 de octubre de 2012

Clínica de locos

Cuando un médico sugiere algo, una alternativa, los seres queridos se lo toman como una orden inexpugnable. 

- Su obsesión puede ser capaz de llevarlo hasta la locura.


Argumentaba con ese hálito de suficiencia y sabiduría, característico de los psiquiatras, que tanto me fastidiaba. Esa suficiencia siempre me ha dejado una amarga sensación en la boca, como el sabor del guaraná.

También su voz me generaba una gran molestia, era similar a la que produce una puerta que rechina. Me perdía en ese consultorio, mi cabeza comenzaba a soñar despierta, me iba. Mis momentos allí se dividen entre los que no recuerdo y los que no quiero recordar. Pero con esa voz y esa actitud me aterrizó: sugirió que me internaran durante cuatro días. Se entendió como una orden.

El ingreso no fue peliculesco. Es decir, no entré gritando que no estaba loco ni solicitando auxilio por que me tenían en contra de mi voluntad mientras dos tipos empacados al vacío en trusas blancas me arrastraban hacia adentro envuelto en una camisa de fuerza y con la mirada desesperada al ver que tenían que inyectarme un sedante. Eso no pasó. Fue un proceso menos traumático.

Me era inevitable sentir una especie de humillación que lograba bajarme la sensación térmica del cuerpo. Pero resulta de alto valor la capacidad que tenemos las personas de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, capacidad que no acostumbro a utilizar. Pero esta vez, pesándome hasta mi sombra, adopté una loable fortaleza. 

Los pocos cuadros eran tan anacrónicos, la decoración tan ausente y las paredes tan blancas que tentaban a consignar grafitis en ellas, nunca lo hice, aunque no fue por falta de cojones (cuando estás declarado loco te puedes tomar ciertas licencias haciéndote el desentendido y te perdonan con sospechosa facilidad) sino por falta de creatividad, nunca se me ocurrió nada que merezca la pena estar escrito ahí. Confieso que siempre quise hacerlo. 

El televisor permanecía sintonizado en el canal Señal Colombia, no voy a caer en el cliché de decir que ese hecho enloquecía aun más a los internos, pero si es verdad que nadie estaba a gusto con las imágenes emitidas. Caí en una reflexión: Todas las personas a mi alrededor tenían muchas historias alucinantes para contar y estaban encerrados, aislados. En cambio, el televisor emite mensajes por todo el país, sin aparentes restricciones, con una calidad bastante deficiente. Ese lugar, que tiene como objetivo la razón, no escapa a las leyes de la injusticia que tanto me obsesionan, que observo en todas partes, que me llevaron ahí… Nada tenía sentido.

En protesta decidí narrar esa experiencia (obviamente no pensaba hacerlo) y contar algunas historias de personas interesantes, confío en que al menos entretengan más que Señal Colombia. Me aventuré entonces a establecer relaciones sociales durante toda mi estadía, yo mismo me sorprendí pues no suelo tomar la iniciativa de hablarle a desconocidos, me cuesta hacerlo. Sin embargo, adopté heroicamente un deber como comunicador. Me quedó claro que aunque vivimos en una cultura obsesionada con la cultura; la televisión, la internet y las redes sociales anulan en un elevado porcentaje la posibilidad de tener ideas propias. 

No pretendo discriminar a los drogadictos (que abarcaban el 73% del personal interno) pero la verdad es que ellos me aburren bastante. Siempre están ansiosos por que les suministren Glucuronolactona y solo cuentan historias que (pienso) nunca sucedieron. Además, las alarmas de mi ego me impiden compartir mucho tiempo con personas que no me necesitan. Preferí hablar con personas cuyas locuras me resultaban más profundas, más entretenidas y más de esencia:

Paula 2 era tímida hasta para comer, las pocas veces que decidía hacerlo, más por supervivencia que por gusto. Le era muy difícil comunicarse con los seres vivos que se cruzaban en su camino, salvo por las matas del jardín de atrás a las que la descubrí bastantes veces cantándoles, me dejaba obnubilado. No soy crítico musical, no puedo decir si cantaba bien o mal, pero si me llamaba poderosamente la atención su pose de felicidad cuando cantaba, en verdad se veía feliz, como la muñeca de los Hermanos Grimm cuando sopla el erquencho.

Resultaba inevitable dirigir el foco hacia sus manos, tenían unas manchas amarillas muy intensas, como las salamandras. Contrastaban con sus ojos, eran tan negros, en ellos se alcanzaba a percibir claramente como se concentraban sus deseos y sus intenciones de querer explotar ante el mundo con todas las fantasías que se imaginaba y que hubiera entregado todo por tener la capacidad de comunicar. Su necesidad de sociedad nunca fue consumada, al menos en los pocos días en los que yo estuve ahí presente. Esa impotencia la estaba acabando. Siempre que me atrevía a saludarla me fulminaba con un gesto apóstrofe, de auto protección, sin embargo, estoy seguro de que yo le caía bien.

De una manera muy sencilla conocí a Juan Fernando. Era el típico personaje que le hablaba a todo el mundo, todos sabían de él. Había estado ahí durante varias semanas y creo que le gustaba, lo percibía bastante cómodo. Sin planearlo, di con alguien exactamente opuesto a Paula 2. No olvido lo primero que me dijo cuando se me acercó, estaba feliz:


- ¡
La Selección Colombia va a clasificar a la copa do mundo de fuchibol en Brasil!

Es un personaje que está convencido de que tiene la facultad de predecir el futuro, siempre lanzaba frases con aires de gazmoño con respecto a lo que él presentía que iba a suceder. Eran frases muy puntuales, aforismos, realmente parecía seguro de lo que pronosticaba. Lo curioso es que todos le creíamos, habríamos nuestros oídos (aunque de una manera disimulada) a 
sus palabras que cada vez más ganaban juicio. 

Me parecía muy simpática su obsesión por Brasil, le gustaba mezclar en sus frases palabras del portugués de una manera natural, siempre lo hacía, 
como si un sólo idioma no le alcanzara para manifestar sus predicciones o mas bien como si el castellano y el portugués fueran un solo idioma, quien sabe, en realidad no conozco sus motivos pero dentro de mi ignorancia opino que no le salía tan bien.   

Me gustaba que en esa clínica a todos nos llamaban por nuestro nombre, sin apellidos, con propiedad. No me gustaba que si alguien repetía nombre le ponían un número por orden de llegada. Sara 2, Andrés 3, Vanessa 2 e incluso Felipe 4, entre otros, desfilaban por los pasillos.

Sara 2 llegó el mismo día que yo, cuando me atreví a preguntarle su apellido una enfermera me corrigió al instante, como si hubiera pronunciado algo execrable, sentía que estaba atacando los cimientos más sólidos de su sistema:


- ¡Acá se llama Sara 2!    

En ese lugar, cuando atacas eres un orate y cuando acatas estás cuerdo, tu condición mental se limita a una cuestión de “enroque gramatical”. Con atacar me refiero a tener pensamientos distintos, la verdad es que lo que ellos buscan son identidades líquidas que adopten la morfología del recipiente que las contenga.

Sara 2 ni siquiera es colombiana, es de Esparreguera, se enamoró de un bogotano y por ahí derecho del ajiaco. Se casó. Lastimosamente perdió a un hijo que aún estaba instalado en su vientre en un accidente con su moto cuando volvía de La Calera.

¡Embarazada y corriendo en moto! Sus ojos le ardían de tanto lamentarse y su acento parecía contagiado de escorbuto. Su quebranto era evidente, la conciencia es un contrincante peligroso. Se apagó la vida de su hijo. Sin siquiera haberlos abierto se apagó el brillo de sus ojos. La muerte no es lo contrario de la vida sino el capítulo final de la misma, lo grave es que esta vida ni siquiera llegó a nacer. Nunca lo pudo superar. Ojalá procesar y guardar los cambios en ciertas historias fuera tan fácil y tan rápido como cuando guardamos los cambios en el computador.

Sólo eso fui capaz de averiguar pues Juan Fernando nos interrumpió:


- A enfermeira vai cair la bandeja de las gelatinas.


Todos volteamos a mirar esperando el suceso.

En la mitad de una vitrina permanecía empotrada una Biblia. Parecía ubicada estratégicamente para que fuera leída, aunque para ser justos nadie le hacía publicidad ni le colgaba carteles de “Acá está el camino hacia la salvación”,  “Lea e ilumine su alma”, “No se condene” o algo así. El libro permanecía abierto en La Epístola de Judas, no sé con que porcentaje de arbitrariedad, la cinta vino tinto que separaba las hojas estaba mordida con evidente desespero. Definitivamente algunos de estos versículos, mezclados con las historias que había escuchado, me llevaron a pensar que Dios aprueba, incluso patrocina, el resquebrajamiento de corazones. A ratos sospecho que Dios permanece sincretizado con Lucifer.

A veces me siento tan mordisqueado como las cintas separadoras, cada tarascón me hace sentir que la vida es absurdamente cruel. Probablemente todo sería mucho más interesante y mucho menos doloroso si los días ocurrieran de una manera aleatoria, como en las listas de reproducción de música, nos encontraríamos frente a hechos inesperados. De hecho, ahorraríamos lágrimas y repetiríamos amor si pudiéramos elegir el día que queremos vivir, repetir nuestros días favoritos cuantas veces quisiéramos, adelantar los instantes, retroceder, poner pausa… La melodía de nuestra vida sería más armónica, la cantaríamos con pasión todo el tiempo.

María del Pilar le aplicó a su bebé de 13 meses la eutanasia. Médicos especialistas le detectaron un problema metabólico en su páncreas y en su hígado. La escasez de aminoácidos le provocaba una falta de posibilidades mentales enormes y un gran dolor físico. Era como si hubiera nacido sin un ángel de la guarda. Ya sabemos que la eutanasia consiste en acelerar el proceso de la muerte para evitar el dolor extremo ante una enfermedad terminal o incurable. Difícil decisión aplicarla a alguien que está terminando su existencia, pero aún más difícil la situación de aplicarla a alguien que la está comenzando.

El plan era valerse de una eutanasia pasiva, es decir, dejar morir por omisión. Ella tenía que negarle los alimentos hasta que después de 15 o 20 días su bebé muriera por inanición, por física hambre. Me pareció extraño, se supone que la eutanasia debería ser piadosa y compasiva, pero la religión y la política dicen que dejar morir de hambre a un bebé está bien, es válido, cegarle la vida para evitarle un desalmado dolor, no. 

Naturalmente María del Pilar se chifló. Y no era para menos, debe ser tortuoso ver a un hijo propio morir de hambre, con la mirada extraviada y con su color desteñido. Llorado con desespero, llorando por hambre, llorando sin poder entender cada injusticia, llorando durante días y noches enteras. Finalmente optó, de manera clandestina, por convertir esa eutanasia pasiva en una activa, hizo que a su bebé de 13 meses le aplicaran una sobredosis de morfina. Lo entregó a las manos de Caronte. Murió en una avalancha orgásmica.

Se pasaron los días. En los momentos de mi despedida Paula 2 no estaba en su habitación. Yo no planeaba entrar pero me jaló su cama, tenía una energía bonita, desde ella se lograba escuchar a los pitirres que estaban acomodados en los cables de la luz, ¿acaso ellos le habían enseñado a cantar?

Tampoco estaba en el jardín de atrás seduciendo a las matas, lo encontré extraño. Fui a buscarla a la sala de reunión como último recurso pero tampoco se encontraba ahí, esto si era lógico, no le gustaba ese lugar, le tenía miedo. No pude despedirme de ella.

No sé por qué la recuerdo tanto, extraño su silencio, la forma como miraba de una manera perdida, como con reminiscencia, como si su corazón destilara tristeza cada tres latidos. Me molesta una pequeña melancolía causada por el hecho de que ella jamás se va a enterar de que al menos con una persona, con un ser humano, si pudo comunicarse en ese lugar, si pudo expresarle lo que sentía. 

Ya me tocaba regresar a esa película llamada vida, esa que sigue sin reparar en cortes o ediciones, esa que pareciera que nunca se fuera a detener pero que generalmente se acaba antes de lo pensado. Iba a regresar a mi obsesión, a ese fruto enfermizo de mi imaginación culpable. En ese lugar concluí que en este mundo decir “imposible” no es señalar un hecho, es expresar una opinión, una opinión poco válida. ¡Nada es imposible!

También concluí que todos deseamos morir en algún momento. Lo triste es que morir es consuelo para quién se va pero crueldad para quién se queda. No sé si la cordura se gane con fortaleza, de hecho, no sé quién es cuerdo y quién no lo es. Solo sé que aunque todo a mí alrededor me demuestre lo contrario, quiero seguir pensando en que el futuro pertenece a las personas que creen en la belleza de sus sueños.

 - Adiós. Muito obrigado por todo, salúdame a la lluvia de Bogotá. Grande abraço, nos volveremos a ver por acá.
Sentenció Juan Fernando. 


lunes, 23 de julio de 2012

Lo bonito del amor

Hero y Leandro son dos famosos amantes de la mitología romántica. Él atravesaba a nado el Helesponto, día tras día, con el único fin de verla. Ese es solo un ejemplo, pequeño en contenido pero grande en trascendencia, que prueba que el amor es sencillamente mágico. La razón es que vivimos en un mundo donde todo es posible gracias a que los latidos resultan ser una fuente gigantesca de energía, con el amor se gana energía vital. ¿Cuántas vidas vivimos gracias al amor? ¿Cuántas historias escribimos? ¿Cuántas melodías cantamos? Los instintos humanos llegan a su máxima expresión…

El amor, fuera de mi familia, lo conocí con el fútbol. Tristezas y alegrías, momentos pasionales y decepcionantes, ilusiones y frustraciones. Ese es el amor, no tendría por qué ser distinto contigo. Tienen que ocurrir tantas coincidencias para que dos personas se encuentren que me atrevo a asegurar que conocerte fue un verdadero milagro, de esos milagros en los que la respiración se te agita al ritmo de mazurca y el corazón se te puede llegar a estallar de tanto usarlo.

Una persona que ama está animada en silencio a vivir en su mejor versión, yo no siempre lo logre contigo pues se me agudizo en demasía el sentido de la sensibilidad, pero queda registrado en mi absurdo consuelo que cada paso hacia adelante lo daba impulsado por ti. Precisamente como cuando se transpira la camiseta al entregarse con todo el esfuerzo, pero al terminar el partido, con tantos errores cometidos, te descubres goleado. Eso no es injusto, el amor no tiene la culpa de nada más que de inyectarle sentido a la existencia como si fuese una aguja hipodérmica, lo injusto es que en los titulares del día siguiente solo se destaca el resultado final.

Ni el más poderoso conocimiento de la quiromancia podría explicar los misterios ocultos detrás de los sentimientos cuando se entrelazan la línea de la cabeza con la línea del corazón. Factores como el destino, los deseos y la actitud juegan un papel protagónico al generar emociones. El amor genera emociones. El amor es tan humano y tan imperfecto que precisamente esa es su mayor virtud, a la larga y con la cabeza fría me he percatado que en nuestra historia ningún episodio ha quedado confinado al mundo de las conjeturas, lo hermoso de haberme enamorado de ti ha sido vivir en la imperfección. Tú no eres perfecta y yo tampoco, sin embargo, dentro de mi corazón, juntos lo fuimos.

Los sueños son muy sensibles al espíritu de su propietario. Yo sueño constantemente con tu olor, por ejemplo. Ese olor me resulta más delicioso y penetrante que el de un abrótano. El amor despierta los sentidos. La única vida que merece la pena ser vivida en este mundo embadurnado de mezquindad es la que realmente apasione nuestros sentidos. El amor motiva la imaginación. Yo, por ejemplo, cuando caminaba a tu lado, te percibía muy maja, encantando todo el ambiente como si tuvieras plumas de pavo real bajo unas nubes manchadas de arreboles. El amor concilia los sueños. ¿Y por qué era tan importante soñar? Por que en mis sueños estaba contigo.

Al amarte llevaba tu sonrisa impregnada en mi mirada. Y es que uno termina pareciéndose a quien ama, y esto, aunque en un plano bastante subjetivo, resulta ser una mejora y un aprendizaje constante. Llega un punto en que en realidad uno no sabe quién es, uno sabe es quién no es, y eso se determina con base en la congruencia de los demás. El amor nos hace evolucionar. Inclusive, la crítica se convierte en una forma de amor. En los momentos definitivos más que constatar con quién cuentas, pruebas quién eres tu mismo. El amor nos hace ser mejores. Si todos hiciéramos siempre lo mejor que podemos, el planeta sería, con certeza, mas justo y feliz.

Hay momentos y situaciones cruciales que nunca volverán en las cuales es preciso cegar todo tipo de impedimentos mentales y sencillamente entregarlo todo. Quién se opone debería proponer y construir, pero el corazón tiene razones que el cerebro, contradictorio a sus funciones, no entiende. Tú escogiste olvidarme en defensa propia, sin ningún tipo de circunloquios. La honestidad brutal se te agradece. Yo acá me quedé intentando detener la hemorragia a algo que ya no sangraba, para hacer eso se necesita un tanto de gracia. El amor puede llegar a ser tan distorsionado como una fotografía tomada con un aparato de fotos manipulado sólo con una mano.

Cuando uno pierde el amor nada es suficiente. Aunque el dolor está en la mente, el amor es tan celestial que yo decidí cederte el derecho de hacerme sentir dolor, te regalé hasta eso. Cuando me quebraste el corazón también me aniquilaste el ego, ese fue uno de los efectos secundarios más peligrosos y despiadados. Sin embargo, lo que más me afecta no es tu desamor, pues el amor, al ser energía vital, no se crea ni se destruye, solo se transforma. La verdadera impotencia y el verdadero vacío me lo genera el haber perdido nuestra amistad y complicidad. Te extraño más de lo que pensé poder soportar. Cuando el destino tiene intenciones puntuales todo se confabula activamente para que eso suceda, aunque yo me vaya a quedar toda la vida sin entenderlo.

El amor siempre tiene dos finales, eso es inevitable. ¿Cuáles son los nuestros? ¿quieres la verdad?, ¿una mentira? mejor ambas y tú eliges la que mas te guste: Contigo aprendí a escuchar el silencio, pero me parece que al final se propagaron los ecos de tu reír sonoro. Por otro lado, realicé que si tú no fuiste capaz de entenderme ni de apoyarme en mis peores momentos, no me mereces en los mejores. Tuve que aceptar el sufrimiento como un ingrediente que no puede faltar en la pasión, como la pimienta, el sufrimiento es una especia. Pero las recompensas espirituales son las que realmente nos impulsan a vivir. Cuando me dejaste quedé con el alma maltratada pero con el espíritu encendido. En síntesis: todas las vanidades tienen su validez, las tuyas y las mías.

Los seres humanos somos afortunados entre todas las especies, pues tenemos el enorme privilegio y la hermosa capacidad de sentir lo que se siente perdonar. De escuchar nuestro corazón sin importar cuan arriesgado resulte. De estar sumergidos en una realidad que supera la ficción. De sentir celos, cuando entro en pánico de celos por ti me doy cuenta de que la vida me importa, de que tú me importas. Sin embargo, cuando resulta obsesivo celar a una persona con otra, o con otras, o de sentir la necesidad de embelecarla, es por que ya la perdiste. Y ¿quién me va a amar si no eres tú? Pues yo mismo. Eso es lo bonito del amor.

miércoles, 30 de mayo de 2012

También somos lo que hemos perdido

Amarterarse con ella era como estar delirando en un paraíso. Se llama Juana y yo la necesito, entre otras cosas, porque ella no me necesita. Al intentar describirla me siento impotente, me resulta algo complicado pues su hálito a veces se pierde en mi memoria. Su olor, por ejemplo, es más adictivo que la cocaína que se inyecta para alimentar su hedonismo. Sus ojos son inteligentes y beligerantes, tan grandes como un par de ostras, acaso oscuros como si el sol jamás se hubiese atrevido a colorearlos, lo más destacado es que encantan sin el más mínimo rastro de melancolía al ser capaces de mirar fijamente sin pestañear durante mucho tiempo. Sus tetas están invadidas de provocativos lunares ubicadas con estrategia como si fuesen fichas de ajedrez listas para dar un golpe fulminante. Su crencha siempre está torcida pero nunca he sabido si la usa así de manera intencional. Por ahora eso recuerdo.

Pero algo que ni en sueños podría olvidar es que siempre que regresa de sus muertes un pequeño estigma se suma a la colección que adorna su cuello, son tan diminutos como puntos marcados con agujas, quien desconoce su situación suele confundirlos con un tatuaje mal hecho. Para ella la muerte es un camino con retorno, en las personas catalépticas las reglas de la vida cambian, es decir, la muerte es corta y la vida es eterna. Como ya dije se llama Juana y algunos amigos que perdí me decían que siempre estuve enfermo y en total descontrol por ella, yo no estoy seguro pues es simplemente mi manera de amar.

No se cansaba de explicar, con cierto orgullo, que la catalepsia es un trastorno del sistema nervioso en el que se pierde, de manera momentánea, la sensibilidad y la movilidad del cuerpo, eliminando casi por completo los signos vitales por el transcurso de tres días en promedio en los que no se percibe nada de lo que sucede alrededor. Se lo aprendió de algún sitio de internet y siempre lo recita con picardía y trascendencia como si fuera la primera vez. Lo que omite decir es que la adicción a la cocaína suele producir un shock emocional extremo, afectando principalmente el cerebro, produciendo depresión, ansiedad, hiperfagia, irritabilidad y en casos contundentes catalepsia. En casos aún más contundentes, como el de Juana, todas las anteriores.

La razón popular dice que no siempre se tiene lo que se quiere sino lo que se necesita, pero ¿por qué necesitar a una muerta viva? Sencillamente porque mi propia vida no tendría sentido sin la de ella aunque en cada una de sus muertes se lleva algo de mí, generalmente son mis lágrimas, después de tantas muertes ya siento que me estoy quedando seco. También somos lo que hemos perdido…

El amor sin riesgo no es divertido, todo lo que no se llame amor loco y apasionado es una pérdida de tiempo. Además, ser parte de algo especial te convierte en alguien especial. Cuando pienso en los motivos por los cuales he amado a Juana se me refresca la memoria y logro recordar sus movimientos contundentes pero a la vez elegantes al bailar, casi como los aleteos de las mariposas. Bailaba con tanta pasión que asombraba, seguía cada compás musical como si lo sincronizara con sus latidos, me atrevo a asegurar que dentro de sus bailes encuentra los únicos instantes en que olvida que la muerte marca el compás de su vida.

Amar es darle a una persona el poder para destruirte y confiar en que no lo hará. Ella ha abusado constantemente de esa confianza. Mi amor ha tenido que sobrevivir con mucha frecuencia a sus detalles asesinos que se traducen en muestras de desprecio constante. Parece no satisfacerle el hecho de que yo la veo con frecuencia cuando cae fulminada como si la hubiesen descrismado, aterrorizado al detallar como su alma y su psique se niegan a abandonar su cuerpo, durante tres días en promedio, causándome un difícil dolor similar al que se siente al ver morir a un ser amado pero con la salvedad de que no se producía la extinción de su existencia. Sino que además, cuando regresa de su trance, me trata como si se hubiera devorado un verdadero cáliz de ponzoña. Con la muerte llega una nueva vida, pero aparte de que un nuevo puntico aparece en su cuello, que es lo de menos, esta nueva vida se caracterizaba por agudizar su sentido de la ironía y precisamente es la ironía una de las pocas cosas que provoca mayor efecto que la vehemencia. No se le antoja respetarme cuando está consumida en sus delirios de grandeza y esnobismo.

¿Qué mejor consuelo que llorar? Aliviarte, expulsar de tus entrañas ese parasito que te está carcomiendo todo lo que hay dentro de ti. Llorar con alguien descarga mejor el espíritu que hacerlo solo, pero yo no tengo a nadie, deje a todos por Juana. Peor, por algún siniestro motivo mis lágrimas ya se negaban a brotar impidiéndome el consuelo de poderme liberar. Era cruel, como si ella, en medio de su abyección, hubiera clavado en mi carne viva sus garras cargadas de dolor taponando el flujo de ese vital líquido. La combinación de deseo y desespero me dejo a oscuras, como en las tinieblas que ella frecuenta visitar, tan rápidamente como ocurre cuando se apaga de un soplo la llama de una vela.

Me convertí en una persona babieca pero seguía aferrándome a ese sentimiento celestial que, a pesar de todo, ella me despertaba. Como un suspiro llegaron a mi memoria sus piernas, son tan suaves, delicadas y dulces como algodones de azúcar pero imponentes al grado de desatar impulsos en mi corazón más frecuentes y resonantes que los aleteos del colibrí. Entendí entonces que el amor es lo que mueve a mundo, no el dolor.

La distancia se interpone entre los besos y los abrazos pero no entre los sentimientos, entonces me percaté impulsado a pagar por mis propios sueños, esa es la peor de las desesperaciones. Consumido en mi suplicio llegue a estar dispuesto a cegar mi vida para alcanzarla en sus muertes, la idea era suicidarme dos veces para estar seguro de caer muerto y así tener la oportunidad de que nuestras sombras se buscaran en la eternidad. Tal vez allí su alma, que es más fría y provoca menos confianza que el hielo, lograra reconocer la existencia de mi lújubre amor y valorara todo lo que soy capaz de hacer por ella, esa podría ser la salvación para mi atormentado yo. Pero las cosas no salen como las habíamos imaginado sencillamente porque no imaginamos, solo idealizamos. Cuando las cosas no suceden en la realidad, la misma imaginación propia ayuda para la composición equilibrada del escenario ideal. Vivir es sufrir, sobrevivir es hallarle sentido al sufrimiento, así lo asimilé.

El destino siempre escribe derecho aunque sus renglones estén torcidos. Todo está en constante evolución, todo lo que sube tiende a bajar, todo es un ciclo, en la gráfica de la vida hay picos y hay caídas bruscas, en definitiva; lo único que permanece por siempre es el cambio. En uno de mis delirios, en el cual me sometía ante el dilema de que tan posible es morir de amor, llegaron a mi memoria esos labios sensuales capaces de hacer trizas cualquier tipo de voluntad, son tan provocativos que pareciera que los macerara constantemente en aceite de almendras. Sentí una necesidad por saborear esos labios que me llevó a concomerme. En medio de la sequedad de mis lágrimas, que ya me había quemado los ojos, experimenté una epifanía, sentí en mi interior la respuesta: Si bien no era posible que Juana muriera en el mundo físico, ella debía morir en mi interior. En lugar de morir de amor decidí convertirme en un asesino. Tuve que haber perdido muchas veces para poder saber cómo ganar, comprendí que, a diferencia de lo que dicta la lógica, el que abandona es el más débil.

La soledad y el sufrimiento es la madre de todos los errores, yo opté por vivir en la negación. Desde entonces, el único síntoma de vida que logro percibir en mi conciencia es el vuelo de los amenazantes cernícalos. Para despedirme y liberar mi ansiedad simplemente me limité a escribirle un mensaje que le pienso enviar amarrado a la pata de una de esas aves de carroña que entrenaré como mensajera para que se la haga llegar en su próxima muerte:

“Juana: muy dentro de ti sabes que en algún momento me amaste, que a pesar de que he sido totalmente imperfecto te entregué mi alma que asesinaste sin el más mínimo sentido de culpa, nunca desarrollaste ese sentido. Además, sabes que dentro de tus muertes me extrañas y me sueñas y aun así a tu egoísmo no le importa dejarme ir, eso me produce escozor. Tu avaricia sentimental me agotó de vergüenza. Y lo peor es que estás convencida de que el muerto en vida soy yo”.

domingo, 1 de abril de 2012

Percepciones

Es por todos muy bien sabido que el alma viaja mucho más rápido que el cuerpo, en Alpacoma esta premisa resulta ser totalmente perogrullada. Alpacoma, un pueblo que penetra tres mil novecientos sesenta y nueve metros en el empíreo, único entre los pueblos humanos a causa de su terreno extremadamente fértil y de sus psiques dramáticamente inestables. Destaca por los rituales paganos, armónicos y voraces que allí se celebran, en ocasiones estos festejos están salpicados con tintes de ocultismo.

El Shinto es uno de ellos, a pesar de que su origen data desde muy lejos genera un resol alucinante en Alpacoma mediante la característica adoración a los Kami, seres místicos, cuentan los rumores que fueron aquellos personajes alucinantes que desbordaron con su energía todo el espectro material y que contagiaron a todo ser vivo dotándolos con siete sentidos: vista, tacto, oído, intuición, gusto, inteligencia y olfato.  El Shinto, en consecuencia,  también rinde honores a todos los seres que tienen o que tuvieron alguna vez vida, sensaciones y percepciones. 

Después de la purificación del Shinto llega el Tinku, un ritual de raíces preincaicas en el cual se desatan combates entre comunidades buscando arrebatarle los oropeles al bando contrario con el fin de depauperarlo a tal punto de que estos sientan una verdadera neurastenia que los lleve a desfallecer y en consecuencia a proclamar al bando contrario como ganador con el grado de seres de luz superiores. Alpacoma se divide en dos, casi todo se divide en dos: Las raíces, los orgullos y el ciclo de los latidos de los corazones. 

En aquella comunidad el alma viaja mucho más rápido que el cuerpo pero además acelera su paso ante la curiosidad de lo prohibido. El destino de los humanos es una burlesca travesura colmada de paradojas: Dos amantes, de bandos contrarios, son víctimas de la idílica hipererosia que los somete hasta el éxtasis. Justo donde los Dantas dispersan semillas embadurnadas con el perfume de los ciruelos, las casuarinas y los liquidámbares y totalmente sordos ante los pregones de Faruk, se entregan sin pazguato a sus deseos. 

Desgarrando sus vistosas vestimentas tejidas con lana de vicuña se rinden con vesania a los placeres exquisitos del clítoris. Disfrutando de una entelequia producida por el roce de la lengua y los labios, cierran los ojos agudizando sus otros seis sentidos para sentir la magia que encierran cada uno de los latidos de sus corazones que arden al ritmo de su propia respiración. Por fin desembocan en un fascinante retozar orgásmico. 

Dentro de su espíritu descubrieron que lo mejor de las fantasías es convertirlas en realidad. Solo hasta cuando regresaron a la banalidad, con sus ajorcas empapadas por las gruesas y deslizantes gotas de un sudor que tiende a evaporarse de lo caliente, se percatan delatados por La Fuente de los Sonidos. 

Esta fuente fue elegida por la naturaleza para liberar a los espíritus, en ella no brota la típica agua que interpreta recitales melodiosos al chocar contra las piedras sino un acíbar escandaloso que replica por todo Alpacoma los pensamientos de los humanos que por allí deambulan. Los desesperados jipiares de estos amantes, ahora públicos y en consecuencia malditos, fueron escuchados por todos los nativos. Sin darse cuenta se devoraron y sacrificaron así mismos al igual que como lo hicieron en su momento algunos protagonistas de la mitología griega. 

Todas las acciones tienen consecuencias, aunque generalmente injustas. Estos dos amantes fueron sometidos al máximo grado de vilipendio; resultaron condenados a aberrar los colores que perciben sus electromagnéticas retinas y a vivir su pasión en una fantasía cósmica de luces. Como resultado quedaron envueltos en distintos grados de sinestesia que desfilaban sin compasión jugando a mezclar sus sentidos. 

El procedimiento fue desgarradoramente doloroso, por decir lo menos. Ella hubiera preferido ser calcinada como hacían con las escaldufas sospechosas de brujería o que la arrastraran a beber barbasco, en cualquier caso iba a poder encontrarse con su amante en la eternidad. Pero no. A cambio de eso un chalán resultó haciéndole una improvisada ablación con una bayoneta adornada con plumas de tigana. 

A él le extirparon el sentido del gusto poniéndole sádicamente en su lengua arándanos espolvoreados con sal de terbio. Sin tomar en cuenta su alharaca lo sentenciaron a una afasia eterna. 

Seguían siendo amantes, eso era inevitable. En Alpacoma son conscientes de que nadie puede llevar a otro por encima de su corazón, los castigos solo se imponen para buscar senderos que lleven a vivir nuevas experiencias. Sencillamente los privaron de algunas delicias para enseñarles la existencia de otros sentidos.

El sentido de la intuición verdadera, al cual solo tienen acceso los humanos que son osados y entregan todas sus pulsaciones en el nombre del amor, la pasión y el deseo, consiste en interpretar los colores del sol sintiendo en sus cuerpos las ondas del espectro de luz estimulando sus almas. No era algo extraño. Extraño es algo fuera de lo normal pero aun así imaginable, esto era algo más que alucinante. 


Estos amantes ahora poseían la capacidad de viajar a través de los colores para tener nuevas experiencias. Insoslayablemente la manera para cambiar de color era llegar a un orgasmo simultáneo. Esa era la única condición pues hasta el sol y sus rayos de luz que se estrellan contra los prismas dejándolos en evidencia saben que el alma viaja mucho más rápido que el cuerpo. 

Despertaron en el mundo del color Ámbar casi cegados por las tornasoladas chiribitas que invadían sus ojos. Sus cuerpos ardían más que el fuego y que la energía espiritual que los rodeaba. Entre sus manos sentían una ebullición que dilataba la sindéresis y que inapelablemente les hacían temblar las piernas en una composición de ruidos y silencios, como la música. Sintieron descargas en cada uno de sus órganos de tal intensidad que se tornaban en ráfagas de placer constante. Experimentaron como se iban derritiendo el uno por el otro en una devoción mutua. El apetito era voraz, los sentimientos ardían, los fluidos rebullían. El Ámbar renueva la ilusión en la vida, equilibra la mente y libera las almas de toda emoción negativa. Fue alucinante y mágico. 

El color Prusia fue un escenario purificador. La conexión química entre corazones se sentía de una manera celestial. Todo se agudiza, se pueden distinguir cada uno de los detalles del ambiente, cada gota de la lluvia de cristales. No tuvieron otra alternativa que tumbarse en los luminosos charcos a lamerse, su lesa lengua necesitaba encontrar una panacea en los deliciosos pezones de su amada, el mistral ambiente los envolvía y absorbía como hacen los tornados. Todo era tan puro que resultaba ser un sueño alcanzado aunque la carpanta no cesara. Se besaban, se detallaban y se tocaban casi incrédulos ante tanta majestuosidad. Entre tanto éxtasis alcanzaron a escuchar un trueno diamantino seguido por un chubasco, la tormenta de cristales se hizo más y más fuerte hasta que por fin logró consumirlos. El destino del Prusia siempre ha sido liberar la tranquilidad mediante la exhalación de suspiros intuitivos. 

Eclipsados llegaron hasta el color Borgoña. Era peligrosamente pasional. Percibían un número infinito de aromas exquisitas, cada una más afrodisíaca que la anterior. La calígine seducía los atrevidos impulsos y los bañaba en vinos delirantes hasta volverlos maniáticos. Sus cuerpos se enredaban al compás de sus gemidos como si fueran dos serpientes dispuestas a devorarse. Ella no podía evitar sentir como los dedos de su amante se hundían entre su espalda y reventándose de sentimiento parecía petrificarse cuando las uñas la surcaban. Él solo desea tatuarle sus labios en todo su cuerpo deliciosamente húmedo pero lleno de una calidez especial que hace que se detenga todo alrededor y solo se vean inmersos en una burbuja de néctar penetrante. El Borgoña tiene facultades que elevan el pulso, la presión sanguínea y la frecuencia respiratoria. 

En las empalagosamente exquisitas estepas del color Vainilla les resultaba inevitable apetecerse sin control, se rozaban la piel hasta el desespero, se saboreaban, se mordían, se degustaban, se descubrían. Todo era tan dulce, tan suave, tan delicado. Pero la melancolía pasional los hizo acelerarse de una manera desaforada experimentando como se extinguían el uno en el otro de una forma inescrutable, experimentando propiedades antipiréticas que los llevo a sentir un amor que al liberar su oxitocina les produjo una grata sensación de bienestar y de complacencia. Todo tiene color y sabor. El Vainilla sabe a amor. 

En el color Añil es indispensable apagar los rencores y encender las conciencias. Estos amantes se soñaban tanto que parecían estar recibiendo una sinfonía narcótica por las convulsiones que sufrían mientras se tocaban. Se buscaban entre sus silencios y se encontraban entre sus suspiros. Eran felices. Fue un encuentro tan utópico y tan idealista que llegaron a sentir temor de que alguna vez desapareciera. Pero fue solo por un instante, en verdad eran felices, se anhelaban tanto que prometieron al sol disfrutarse juntos durante toda su existencia. El Añil elimina los temores e ilumina la oscuridad del espíritu. 

En Alpacoma nada es eterno, ni las hesitaciones, ni las muertes, ni las flores, ni las reverberaciones, ni las sombras, ni las estrellas, ni mucho menos los castigos. A estos amantes se les propuso eliminar su encantamiento mediante un revitalizante exorcismo. Para poder soportarlo debían someterse a una dieta basada en el consuno desaforado de frutas ácidas, además tenían que convertirse en frugívoros durante el resto de su existencia para así poder volver de a poco a la realidad de los humanos. 

Él estaba a punto de ser atrapado por una lipotimia y ella estaba tan agotada como una puérpera. Sin embargo, coincidieron en vislumbrar el sentido de la inteligencia, con un gesto casi arcano y cegados por el deseo que reverberaba la sangre causándoles un intenso efecto placebo atinaron en coincidir en esbozar una tímida, pero con tintes de sarcástica, sonrisa. 

- ¿Exorcismo? No gracias. Nos encanta tener a este demonio dentro. 

La gama cromática tiene un número infinito de tonalidades y el alma viaja mucho más rápido que el cuerpo.

jueves, 15 de marzo de 2012

Anastasia & Guadalupe

Viene de "Obsesión".

- ¡Eres tan hermosa! Además me da la impresión de que eres muy dulce… ¿Qué tal si te doy un lengüetazo para confirmarlo?

Fue perfecto. La locura por amor es igual a la fuerza de la gravedad, solo se necesita ser empujado hacia ella para caer. Zapatos blancos y suelas gastadas al abismo.

- Guadalupe, usted ya no me sirve, se convirtió en un carcelero.

Un hombre enamorado se reconoce porque suele permanecer muy callado. Simplemente se limita a contemplar su belleza, las palabras no le alcanzan. Ella piensa que la ignoran.

- Me fastidia que sea tan celoso e inseguro. Continuó.

- Los celos no tienen nada que ver con la seguridad.

No se animó a confesarle que lo que ocurría era que sentía miedo a perderla. Los celosos sufren mucho más por lo que se imaginan que por lo que ven.

- Pero con esa falta de carácter tiene el buen destino muy embolatado y yo ya no lo necesito en el mío.

- Soy una persona, cometo errores.

Un pretexto tan cierto como devaluado e incomprendido.

- Que usted sea una persona no significa que tenga una personalidad definida.

- Pero si tengo mis sentimientos definidos.

Siempre le hablaba en tono trascendente, eso la espantaba.

- Usted es muy mal mentiroso. Cambió el tema.

- Debe ser porque no estoy mintiendo…

Se amaban pero veían la vida de una manera muy distinta, esperaban cosas diferentes el uno del otro. La vida cotidiana algunas veces destroza al amor, Guadalupe no pudo seguirle el vuelo y Anastasia prefirió volar sola. La indolencia es lo más efectivo que se han inventado para aplastar las ilusiones.

¿De dónde sacaran tanta imaginación los ataques de celos? Se había convertido en un carcelero por extrañarla, por necesitarla y por desearla. Como todo carcelero sentía que iba a terminar ardiendo en el infierno hasta convertirse en polvo.

Se equivocó. Tuvo que caminar con sus zapatos blancos y sus suelas gastadas por senderos más tenebrosos que el mismo averno. Incluso el diablo, a pesar de sus resistentes pies de cabra, siempre se ha negado a transitarlos. Ese es el motivo por el cual el diablo no se enamora, la sabiduría de su vejez se lo prohíbe.

Cuando un humano ama con el alma a otro y a su vez ese ser amado solo siente cariño hacia el uno, se desata un desequilibrio armónico tan intenso y marcado como el resplandor del arco iris. El arco iris es una señal que de vez en cuando Dios dibuja entre los algodones del cielo para que ningún ser vivo se olvide de su existencia y mucho menos de su supremacía.

Los Devas florecen en el tiempo adecuado y en la temporada precisa, eso explica la tradición de regalar la hermosura celestial de las flores a las personas queridas y necesitadas en los momentos oportunos. Así, las abejas que en ellas polinizan les logran contar prosas mieliferas al oído.

- El desequilibrio de ustedes los humanos en verdad que es muy intenso. Se parece a los jilgueros: Son paseriformes con su canto pacífico y a la vez son fringílidos con ese pico duro.

- ¿Quién eres y que quieres?

- Soy un Deva. ¿Qué quieres tú?

- Que me dejen solo y tranquilo.

Cuando un humano pide que lo dejen solo en realidad está clamando por una buena compañía.

- Sigo sin saber que quieres realmente... ¿Tú lo sabes?

- Yo solo quería y quiero tener una relación mágica y alucinante con Anastasia, nada más me importa.

- Vuelvo al tema. Ese desequilibrio además de ser intenso resulta confuso, tan confuso como resultaría ser una sinfonía de un trompetero pescado por la pandemia de la peste negra.

- Creo que no entiendo…

- Lo más probable es que no quieras entender. Resulta terco y descabellado intentar consolidar una relación de ese tipo. Por el lado más sensible de la cuerda se va a romper.

- No es terco o iluso querer entregarle tu vida entera al motivo de tus latidos.

- Pero si resulta ser una completa desfachatez e injusticia hacer siempre lo mismo, tener la misma actitud y la misma predisposición y aun así esperar resultados distintos. Lo peor del caso es juzgar y condenar a la otra persona por esos resultados.

- Lo que pasa es que me tortura el hecho de que a veces mi razón y mi corazón no se sintonicen como antes. No me deja ser la persona que soy.

- La mayor tortura es pensar siempre en lo que pudo ser. Ese es un grave error.

- No puedo evitar cometer ese tipo de errores, la voz de mi conciencia suele hablar en otros idiomas.

- ¿Seguro que es tu conciencia?

- En realidad creo que todo gira alrededor de Anastasia. Ella se expresa y actúa con un lenguaje tan distinto que podría considerarse un nuevo formato literario. Me confunde.

- Ese es el fenómeno de las licuadoras. Al final no logras distinguir cales ingredientes le agregaste o en qué cantidad, solo obtienes un coctel. A veces dulce y a veces amargo.

- Los ingredientes se pueden elegir al gusto…

- Una de las leyes de la culinaria es que hay ingredientes que al ser mezclados saben mejor o en su defecto pierden su esencia, según el caso.

- Últimamente lo único que obtengo es una sensación de ser una estrella ignorada que se queda sola a ver el amanecer.

- Los humanos no deberían engañarse jugando a cambiar su esencia…

Los colores del sol se asoman y la labor del Deva queda pendiente. Tal como los Elfos, los Devas desaparecen con la madrugada con la misma velocidad de un dardo disparado con una cerbatana. Los amaneceres son un renacer diario exclusivo para los humanos. Resultan ser casi perfectos si se adornan de optimismo. Para que un amanecer sea perfecto se debe estar acompañado por la persona amada despertando al lado. Para Guadalupe no era un amanecer ni casi perfecto ni mucho menos perfecto.

Ella se fue a vivir su vida soñada y a él solo le quedo un consuelo, algo que vive a diario: A quién quieren olvidar lo tienen presente para siempre.

Si bien Guadalupe no tuvo la capacidad de alcanzar a Anastasia jamás intentó buscarle reemplazo a la razón de su existencia. Sabía que no iba a poder pero realmente nunca quiso hacerlo. Él le iba a pertenecer durante toda su existencia. La amaba tanto que podía regalarle todos sus años, incluso, no habría tenido problema en obsequiarle sus pupilas pues de todas maneras su belleza iba a estar impresa en sus entrañas por el transcurso de toda la eternidad.

La soledad es el peor de todos los consejeros sencillamente porque no aconseja, en realidad solo confunde con su rechinar de liras que dominan y marcan el compás del ritmo cardíaco: Guadalupe optó por hacer realidad la parábola del alacrán y termino por padecer su propio veneno. De repente se encontró soñando con “tortugas bomba” y demás fantasías en fallidos intentos para olvidar a Anastasia mientras caminaba con sus zapatos blancos y sus suelas gastadas.

martes, 6 de marzo de 2012

Obsesión

Es una imagen borrosa. Solo se alcanzan a ver con claridad sus zapatos blancos y sus suelas gastadas. El desgaste no se da por el uso, se da por la costumbre. Sostiene en sus manos una tortuga y además manipula nieve carbónica. Lógicamente, lo que intenta construir con detalle quirúrgico es una “tortuga bomba”. El proceso es sencillo: Primero introduce la nieve en el caparazón hermético del reptil y luego solo le resta esperar a que ocurra la expansión del gas, así cuando la presión ya no es sostenible se produce la explosión. Similar al humor de los humanos.

Las tortugas son los animales favoritos de Anastasia, se identifica con ellos. Esos seres se caracterizan por vivir eternidades, por desatar ternura y por ocultar una magia celestial en su interior (al igual que ella). De ellas proviene el coloquial dicho “coraza fuerte, interior blando”.


Él quería que la explosiva bicha se arrastrara sola hacia la casa de Anastasia, programada con una especie de radar que descifre el reptiliceo, pues le costaba mucho aparecerse por su zona de dominio. La zona que ella diseño meticulosamente para alejarlo de su vida. Pero ya sabemos que estos inocentes animalejos son muy lentos al caminar y lo son aún más cuando se arrastran cargando desilusión en su interior. Cegado por su desespero necesitaba cometer su crimen lo antes posible. No era viable.


Reaccionó después de estrellar sus zapatos blancos y sus suelas gastadas contra un andén contaminado por un diente de león reducido a la mitad. Efectivamente estaba soñando, lo hacía mientras caminaba dominado por el Morfeo de la Desesperanza.


Pese a todos sus intentos jamás logrará olvidarla. Resulta muy común caer en el error de intentar borrar de un suspiro y sacarse de la cabeza lo que nunca se va a salir del corazón. De nuevo, eso jamás sucederá. Sin duda el amor es el más sublime y a la vez el más absurdo de los sentimientos.


Le era imposible no amarla, su hálito de vida lo seducía incluso fuera de su presencia. Después de que ella le dijo adiós su razón de ser se convirtió en una sentencia sin ningún sentido, como cuando un lobo le aúlla a la luna embriagado de pasión y ésta no le responde, por el contrario, con el pasar del tiempo se aleja conservando su resplandor para que así otros puedan contemplarla. Ella le dijo adiós, decidió pedirle perfección en lugar de seguir ofreciéndole felicidad, resulta curioso y a la vez sospechoso porque los seres humanos existen para ser felices y no para ser perfectos.


Su siguiente fracaso para olvidarla consistía en desahogarse escribiéndole poemas ocultos en cuentos de fantasía, pero nunca fue suficiente. Desistió. A cambio decidió sumergirse en ese mundo que ilustraba su imaginación. Cuando el amor llega al punto de esclavizar y cercenar las pulsaciones, la fantasía resulta ser un camino tentador hacia la libertad del alma. Esa libertad es prestada, jamás definitiva.


Cuando estuvo a punto de perder la razón a causa de su condición de muerto viviente se calentaron sus zapatos blancos y sus suelas gastadas. No se venía un ángel descendiendo a través de los algodones del cielo, eso hubiera sido demasiado místico y muy poco fantástico, era un Deva, que siendo un espíritu de la tierra, emergía y brillaba a través de ella. Además, para Guadalupe solo existía y existirá un ángel en su imaginario.


Él se llama Guadalupe, como la Virgen. Es hombre pero tiene nombre de mujer. Su mamá todas las noches estrelladas de sus nueve lunas, le prendía velones blancos a la imagen de la virgencita. En medio de la terquedad que desatan todas las religiones poco le importó el género sexual de su hijo pues él era un milagro. Sabía que iba a llamarse Guadalupe desde el mismo momento en que comenzó a estremecerla mientras jugaba dentro de su vientre. Era efectivamente un milagro que él, a pesar de todas sus imperfecciones, conservara su vida.


La misión de los Devas es mantener a los humanos con el corazón latiendo así éste se encuentre destrozado. Además, prodigan prosperidad o desgracia según el color de las almas, y sobre todo, regulan el alcance mental buscando balance en los desequilibrados. Son seres brillantes pero su brillo no se ve, se siente. Se caracterizan por tener siempre sus brazos abiertos, es por pocos conocido que ellos fueron los que enseñaron a los humanos a abrazar. Los abrazos son una conexión armónica de corazones…


- ¿Por qué la amas? Preguntó el Deva.


Siempre que Guadalupe reflexiona acerca del amor que siente hacia Anastasia sus latidos le despiertan energías de cuya existencia ni él mismo había sospechado que fueran posibles llegar a sentir.


Sin embargo, se limitó a decir:


- Porque todos los mundos necesitan amor, yo me sacrifico y amo a Anastasia.


- ¿El amor es un sacrificio?


- No. La verdad es que amo a Anastasia porque incluso antes de conocerla sabía que en algún lugar existía.


- ¿Cómo un milagro?


Guadalupe, como era frecuente, se sintió incómodo y perdió la paciencia:


- La gente del común suele creer más en milagros que nunca ocurrieron en lugar de creerse capaces de hacer realidad cosas aparentemente imposibles. Amo a Anastasia porque ella lo merecía y yo lo decidí convertir en una realidad.


- Bien por ti. Todos los humanos están dotados de esos talentos taumatúrgicos y casi nunca los utilizan. De hecho, lamentablemente, ni siquiera creen que los tengan.


Los Devas llevan anillos de manganeso colgando de sus dos orejas, los utilizan como fuente de poder y de energía mineral. Pero lo más importante radica en que son extensiones de sus cuerpos y saben perfectamente que escuchar con cuatro oídos siempre resulta ser más sabio que escuchar con dos.


Guadalupe por fin se animó a preguntar:


- ¿Cómo es posible que a pesar de haberme desintegrado a causa de sus detalles asesinos, cada milésima de segundo que transcurre en el tiempo amo más y más a Anastasia?


- Porque la creación sabe a chocolate con maní. Es suave y dura, salada y dulce, silenciosa y ruidosa a la vez.


- Yo me muero por comerme el mundo pero acompañado por una alta dosis de sus besos…


- ¿Por qué? ¿No puedes solo?


- Si puedo, pero no quiero. La complicidad que sentía con Anastasia era mi catalizador.


- ¿Porque sientes la necesidad de mencionar su nombre en todas tus respuestas a pesar de no ser necesario?


- Porque quiero volver a ser feliz.


- No comprendo. Para ti ¿qué es la felicidad? Explícamelo aunque sea un concepto complejo. Utiliza todas las palabras del diccionario si es necesario y si no te alcanzan invéntate otro lenguaje.


- La felicidad solo tiene dos palabras: su compañía.


Hay detalles que nunca se olvidan. Demasiado simples en apariencia pero en la realidad no son sencillos, son deletéreos. El pulso de los humanos es una paradoja indescifrable.


La obsesión que desbordan las lágrimas de Guadalupe hasta encharcar sus zapatos blancos y sus suelas gastadas es contestar al más alucinante cuestionamiento: ¿Por qué será que las personas no están dispuestas a sacrificarlo todo en el nombre del amor?


Continúa en "Anastasia & Guadalupe".


jueves, 1 de marzo de 2012

Cuestión de carácter

No voy a debatir el dilema moral de que tan mala persona se es por haber sido infiel. Tampoco lo que se siente en el preciso momento de serlo. Simplemente caigamos en la idea de que llegó el desafío de ponerle los cachos a tu novia con una vieja bien buena, que lo suelta fácil. Entonces, lograste interpretar bien las señales y ya está hecho, prueba superada, punto. ¿Qué sigue después? ¿Hay que callarlo o negarlo (según sea el caso) hasta el desespero? ¿Hay que realizar un acto de heroísmo y confesar? ¿Es preciso adoptar una actitud de víctima?

Con respecto a eso último seamos francos; ¿Para quién significa algún tipo de consuelo la añeja excusa de que el que resulto siendo infiel lo fue por que se vio en la necesidad de buscar afuera lo que no se tiene adentro? Eso no lo digiere nadie. Hay otras maneras.

También resulta ser una patraña eso de que “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. En realidad uno si sabe lo que tiene, por algo se está enamorado, de lo que no se es consciente (hasta que aparecen este tipo de coyunturas) es que nosotros mismos somos los directamente responsables de perder a quienes amamos por causa de nuestras pendejadas. Lo curioso es que siempre terminamos echándole la culpa al otro, ya sabemos que eso es inherente a los humanos.

Eso de la desconfianza también es un mito, una infidelidad no produce tanta desconfianza como debería. Decir que ya no se confía en la pareja después de que te adorno la frente es sencillamente una manera más digna y elegante de señalar que estás ardido y con el orgullo pisoteado, pero claro, ese individuo no merece que se lo confieses.

Volvamos al tema. Muchas personas aseguran que prefieren eso de no ver y no sentir. Pero es que no se sabe que causa más daño, la mentira o la verdad. Por un lado el hecho ofende más que la misma mentira y por otro lado las mentiras, cuando laceran, son despiadadas y ofensivas. En consecuencia buscamos apelar al hecho de que la humillación puede reducirse con la confesión e incluso (con el tiempo) puede desaparecer.

Vámonos entonces por el camino de la confesión. Nos decidimos a ser optimistas con el futuro y guerreros con el presente. Se pretende asumir las consecuencias, es decir, hacernos responsables por las irresponsabilidades y las inmadureces cometidas. Lógicamente no adoptamos dicha postura por honestidad, esa materia hace rato la perdimos, sino por apelar a la idea de que una persona que te quiera de verdad podría ser capaz de hacer cosas que en sano juicio resultarían absurdas, por ejemplo, perdonar la temida cornamenta. Descaradamente nos lavamos las manos y la sometemos a ella a prueba.

No es que confesemos por el hecho de que estemos conscientes de que ella no merece que le ocultemos las cosas, siendo sensatos, las personas estaríamos dementes si realizáramos y viviéramos todo aquello que ignoramos. La verdad es que nos atrevemos a tomar la decisión de contarle todo es sencillamente porque todavía no hemos hecho contacto visual con ella.

Hasta que eso ocurre no nos damos cuenta del inmenso impacto que tenemos sobre las demás personas simplemente con una palabra o con un gesto. Por eso es que ser tan egoístas resulta ser algo que raya en lo anti humano, en lo bizarro, pues tristemente cada vez más preferimos ser seres vivos a ser seres humanos… Y lo logramos.

Sin embargo, el hecho de verle el corazón en los ojos es precisamente lo que te hace sentir como una basura, ahí es cuando comprendemos que ser infiel es una decisión caliente que debería tomarse con la mente fría, pero no, las personas, en medio de nuestra cobardía, adoramos el drama y nos sometemos a él.

Nos echaron. Cuando hay tantas emociones en juego la gran mayoría de ellas tienden a exagerarse. Además está claro, a pesar de todo, que las mujeres reaccionan y accionan mucho mejor y de una manera mucho más racional. Entendemos entonces que ha sido un muy mal negocio haber hecho placeres con otra.

La vida rara vez incluye finales felices y esto sucede mucho menos después de haber sido un idiota con la mujer que amas así estés sintiendo que te mueres por estar con ella durante toda la eternidad. Como absurdo consuelo decimos que quizá ese final feliz que soñamos despiertos resulta siendo tu ensordecedora soledad. Uno ahí, recogiendo los pedazos destrozados por sus propios errores, con la oportunidad de volver a empezar. Para aprender y aplicar esto se necesita desarrollar un verdadero carácter.
vega@hotmail.com

domingo, 19 de febrero de 2012

After Party

Un día, una buena amiga me hizo una curiosa pero lapidante pregunta: ¿Por qué los tipos no vuelven a llamar a las viejas después de la primera cita? Tengo que decir que la respuesta se divide en dos.
1. Porque la vieja se lo soltó.
2. Porque la vieja no se lo soltó.

Entonces…

1. Decimos que después de algunas cervezas (eliminadoras de obstáculos) y tal vez de una película que sólo duró diez minutos, ella se lo soltó.

Pasan varias cosas: El tipo siente que la vieja es una mujer que definitivamente le hace perder el equilibrio y piensa que si pierde el equilibrio pierde el poder y el control, se siente amenazado, como si quisieran robarle sus sueños, su libertad, su vida. En su cabeza comienza a vivir una vida que no es la propia. El tipo no la vuelve a llamar.

Por otro lado, él comienza a soportar detalles que no tendrían por qué afectarle pero que realmente lo joden y terminan por sacarlo de su zona de comodidad: La vieja vive muy lejos, los papás son una mamera, ella adoptó una actitud fastidiosa o sencillamente tienen poca afinidad en las cosas y en los gustos cotidianos. Por muy rico que haya sido el sexo, el tipo no la vuelve a llamar.

También existe otro motivo mas puntual: él sencillamente quería poner otro sello en su pasaporte. Ya lo logró. Siguiente destino...

Llegamos a un tema obligado, los aspectos netamente físicos. Cuando entran en confianza, por algún lado sale el tema de sus “senos”. En lo particular no me importa si las tiene muy grandes o tan pequeñas que dan pesar, si se las quiere operar o ya se las engalló, si le duelen, si le incomodan, en fin, todas esas palabrejas que ellas consideran importantes. Lo que a mí me importa, lo que realmente pasa por mi cabeza, es que no se llaman senos, ¡se llaman tetas! Bueno, también puede suceder que al tipo no le gustó como huele la vieja y eso resulta devastador para ambas partes. Otro asunto es que a él no le haya convencido el desempeño de ella, los hombres también evaluamos el desempeño sexual de las mujeres, incluso, de una manera mucho más despiadada.

Sea como sea, él también tiene una vida, tal vez otras viejas. De hecho, es muy probable que en su momento estuviera despechado y la autora material de ese despecho haya vuelto a aparecer. Lógicamente el tipo no la vuelve a llamar.

Siendo totalmente honestos ¿Qué culpa tiene la vieja de que no la vuelvan a llamar? Es una sacrificada por las circunstancias, una víctima de un daño colateral (como dicen algunos expertos). Lo complejo en un hombre no es equivocarse, incluso llegar a ofender a la vieja, lo complejo es que cree que hace todo bien y que busca seguir igual.

2. La vieja no se lo soltó, reacción obligada: El tipo se cree mucho y se arde, jamás acepta su molestia, pero definitivamente se arde. Como ya sabemos el orgullo es un tema bien complicado y generalmente viene acompañado de malos entendidos. Así transcurre la situación hasta llegar al punto en que lo importante ya no es ganar sino hacer que ella pierda. Claramente los conflictos de ego salen a flote, él se dice a sí mismo “si yo fuera ella me encantaría tener sexo conmigo, tiene que estar bien loca”. ¿Quién es el loco? Enfermizo.

La cita tuvo que ser difícil, la vieja era tan complicada que a todo le ponía peros, no hubo química o conexión entre las partes, ella lo juzga y le evalúa cada movimiento, cada palabra, cada gesto. La ansiedad hace que se cometan muchos errores. Cometer errores es inherente a las personas pero echarle la culpa a la otra persona lo es aún más.

El asunto de la comunicación es algo frustrante, ella resulta ser muy expresiva, habla y habla, incluso lo hace con las manos (al mejor estilo italiano), intimidante. Pero lo peor es el hecho de que durante todo el tiempo en que estuvieron juntos la llamaron o le escribieron siete u ocho amigos a joder y ella se concentraba más en reírse con ellos que en el tipo de la cita, no tienen ni idea de cuan fastidioso es soportar esas escenas. Resulta contradictorio, quieren que las llamen después de una cita en la cual lo único que hicieron fue recibir otro tipo de llamadas.

Por último, puede suceder que la vieja definitivamente le encanta al tipo, pero ella quiere llevar las cosas con calma y él quiere saltarse ciertos pasos. No necesariamente se sienten así por una pereza injustificada, lo más probable es que sea por cobardía. Tener el corazón roto significa que te arriesgaste y no todos están listos para tomar esa clase de riesgos.

Decimos entonces que el motivo fundamental por el cual él no vuelve a llamar a la vieja después de la primera cita es sencillamente porque ella jamás tuvo el valor de pedirle que lo hiciera.


lunes, 13 de febrero de 2012

¿Qué se siente extrañarla?

Creo que lo más hiriente al extrañarla es realizar que la complicidad que nos unía y que nos definía únicamente existía en mi cabeza y en mi corazón, de ahí parte todo. Recordar el pasado con ella como lo más grande de tu vida, lo más significativo, desgarrarte para volver a él… Querer vivir lo que pudo ser y no fue. De nuevo, lo hiriente es realizar que el camino solo se da en una vía.

Extrañarla es soñarla en los universos gigantescos y maravillosos que rondaban en su mirada y aun así desearle lo felicidad, amor y pasión aunque no sea a mi lado. Eso resulta un acto de valentía, de heroísmo, por decir lo menos.

Extrañarla es detallarle los ojos descubriendo en ellos que siente cosas por ti pero descifrar que por su absurda terquedad prefiere cualquier cosa a estar contigo. Es caer en la incertidumbre de no saber si ella toma la decisión de dejarte por fortaleza o por cobardía.

Extrañarla es hacer cosas por ella incluso cuando ella no se entere, o peor, no las valore. Es la crueldad de lo injusto que es sentir algo tan bonito en el corazón y al mismo tiempo estar cegado por tus lagrimas queriéndo hacerle entender que la protegías al extremo por que la adorabas y no querías perderla, no porque quisieras truncarle o asfixiarle la existencia.

Extrañarla es querer pensar mal de ella, pero ¿cómo escapar de sentir cuando una de las principales reglas del amor es precisamente ser atrido por las imperfecciones del otro? Es disfrutar hablar con ella, desear escuchar su voz, detallarle sus gestos y constatar que no existe nada más hermoso que hacerla reír. Es sentir de una manera egoísta como te arde todo por dentro cuando la llamas muriéndote y ella contesta feliz, como si nada.

Extrañarla es vivir domingos eternos, asesinos… Soñando con el momento en que ella te llame a decirte que todo fué un error y que desea con todas sus fuerzas y todo su compromiso estar contigo, por supuesto, todo se queda en un sueño. Es atormentarte con la idea de que, como es apenas lógico, ella en el futuro va a escribir nuevas historias con otras personas.

Extrañarla es desbordar tus sentimientos hasta que se te parta el alma, hasta el punto de rogarle a Dios que tome el control de la situación aunque nunca hables con él, o ella, no lo sé.

Verla crecer me reveló el profundo valor de la fantasía y la ternura y ella lo único que hizo fue mencionar las palabras más desgarradoras y vacías que existen: Muchas gracias, que estés bien.



miércoles, 8 de febrero de 2012

En defensa de los hombres frustrados

Una mujer puede seducir a un hombre, con o sin proponérselo, con sus movimientos. Pero con todo y lo delicioso que puede llegar a ser, ésta atracción no se da por como ella baila o por como tira, sino por sus gestos. Por sus expresiones, por como parpadea, por su comportamiento físico en general. Resulta imposible entonces, evitar caer en la tentación de dejarse enloquecer por ellas. Al decir “dejarse” me refiero a que es una decisión que nosotros tomamos.

Primera noticia: los hombres tomamos la decisión de enloquecer por una vieja, no es algo que ocurra por que sí.

La pregunta importante es: ¿a las tipas les gusta que los tipos pierdan los sentidos por ellas? La respuesta es un contundente si. Por eso comprendo a los hombres frustrados por una vieja buena, porque es una decisión mutua, inevitable. De hecho me identifico, no me voy a excluir (todos llevamos por dentro a un depredador en potencia).

Vamos al comienzo: Por “frustrado” definimos a un tipo que está convencido de que su ex sigue siendo de su propiedad o a uno que tiene por ahí a una vieja a la que siempre ha querido hacerle la vuelta pero que no ha podido. O en su defecto, no se la hizo completa y quiere terminar el trabajo.


Segunda noticia: Los hombres somos comprometidos y responsables, no nos gusta dejar las cosas a medio hacer.

Dejemos la pendejada de pensar que las personas no somos propiedad de nadie o de juzgar la expresión como si estuvieran vulnerando nuestra identidad. Propiedad significa pertenencia, valor e importancia. ¿Qué tiene eso de malo? No me importaría ser propiedad de una vieja (buena) que me quiera, me respete y que se mueva bien.

Un tipo frustrado suele hacerse notar por su objetivo; y la manera más frecuente pero menos creativa de hacerlo es con plata, mostrando plata. No importa endeudarse por ella, se siente bien, ganando. ¿En que se invierte esa platica? En costosos regalos (libros de superación personal o de poemas, collares y aretes de lentejuelas, invitaciones a Monserrate, etc.), la dinámica es la siguiente: Ella abre la boca y él cree que tiene que abrir la billetera.


Después de descender de los cerros, sin un peso, él tiene que irse caminando, no importa la hora, no importan los escalofriantes lugares que tenga que recorrer, sólo importa planear el siguiente ruego para concretar una nueva salida. No es un idiota, sólo está enamorado… Suele ser lo mismo.

Al día siguiente ocurre algo terrible; ella tiene la delicadeza de escribirle al inbox del Facebook, justo antes de bloquearlo, que se siente súper mal por el besito que él le logro arrancar con tanto esfuerzo. ¿Cuál es la obvia reacción? Colapsar el teléfono de la vieja con llamadas perdidas y mensajes de todo tipo exigiéndole compasión. A falta de respuesta salen a flote las conocidas llamadas borracho a insultar a la vieja pero a la vez a decirle que la ama.

El tipo tiene ideas sobre el amor claramente equivocadas y la vieja tiene la necesidad de sacarse de encima al tipo y seguir con su vida lo antes posible. Entonces, finalmente concretan verse en un café para “aclarar las cosas”.

Ella jamás le pregunta cómo está, no le interesa. Él habla y promete babosadas mientras ella está esperando ansiosamente a que otro, alguien que la trata mal, le hable por el pin del BlackBerry. Lo mira y lo mira (al BlackBerry) y cuando éste por fin se hace sentir (el BlackBerry) pitando con un chillido fastidioso resulta que es la amiga desparchada preguntándole qué almorzó, habla y habla con la desparchada ignorando al otro hasta que al fin se le apagan los ojitos volviendo a la realidad del intenso que tiene en frente.


Tercera noticia: Por cada mujer desparchada hay un hombre cansado de escucharla y de aguantarla a cambio de sexo que a su vez decidió convertirse en un frustrado con otra.