domingo, 10 de mayo de 2015

Ardentía

Me dijeron, de una manera radical, con ardentía sospechosa, que quien es jamás dejará de ser. El orgullo tiene la particularidad de ponerse el disfraz que mejor le convenga, la tierna mangosta puede acabar con una serpiente venenosa a su acomodo por el simple hecho de tener una ventaja natural en su sistema. Lo que ella no sabe es que yo no quiero ni pretendo dejar de lado mi esencia como quien se despercude las manos pecadoras, sino ser cada vez más leal a mis convicciones, crecer y madurar (un poco) y respetar de forma innegociable a propios y extraños (primordial). Nadie tiene por qué juzgar ni pasar por encima de los sentimientos ni las decisiones de nadie.

Las frases lapidarias resultan ser peligrosas e injustas. Son vacías. El hecho de que algunos hayan inventado frases que suenen en apariencia lógicas, de que otros las creyeran, otros escribieran libros utilizándolas y algunos otros la pongan, de manera repetida y trascendental, en Facebook, no significa que sean necesariamente ciertas ni que ya se hayan escrito las leyes universales de la psicología ni del comportamiento humano. Cada corazón es único y late a ritmos distintos, cada experiencia y cultura tiene un número infinito de variables, cada sentimiento, convicción y emoción es personal e intransferible.

Pero lo que más deseo es encontrar la felicidad infinita, es sabido que para encontrar el infinito hay que cerrar los ojos, buscar en la oscuridad interior y soñar con una locura magistral. En sí, estar realmente loco sería vivir una vida sin darme la licencia de cometer ni soñar con una que otra locura. No lo estoy. Mi mente analítica, inquieta e imaginativa decidió soñar con ella hasta el infinito, así nada más, a pesar del poco tiempo entrelazados. Cada embeleco lo sustentaba con el brillo de mis ojos, cada caricia la dirigían mis pulsaciones y cada sueño (por desproporcionado que fuera) lo deseaba con honestidad e intensidad.

Fui traicionado por mi propia pasión. El principal problema que querer controlar lo incontrolable, es decir, lo que está por fuera de nuestro dominio y de nuestra competencia, es que innecesariamente desperdiciamos la energía vital que deberíamos estar invirtiendo en controlar lo que si requiere de nuestra incidencia y capacidad. A fin de cuentas, existen muchas más traiciones y muchos más corazones quebrados en una imaginación enferma de celos que en las probabilidades de la realidad.

Aún no estoy seguro de que discutir en momentos inoportunos por ser apasionado y emocional sea o no un pecado imperdonable. Quiero estar feliz y en paz, pero no a cualquier costo, es imperativo que mis necesidades tengan un lugar, eso no necesariamente es un capricho y si lo fuera aun así tendría validez. Sólo quería lo mejor para ella y para mí, no estaba dispuesto a aceptar ninguna señal de una relación mediocre y sin pasión. Quién no quiera ser desafiado ni controlado, siempre estará atrapado en su zona de dominio y comodidad y, en consecuencia, estará condenado a la simpleza, a la amargura de la satisfacción constante y a la insipidez de la falta de inspiración.

Nada le da más sentido a la vida que amar superando los límites de la locura, los límites de los límites, los límites de lo impensado, los límites de una moral social y políticamente correcta. Nadie que no mueva tus cimientos podrá, además, alentarte a seguir tus sueños, obligarte a convertirte en tu mejor versión cada nuevo día, cuestionar tus creencias, desafiar tu inteligencia, mucho menos, entretener tus ganas hasta el punto de que el placer sea alucinante.

Acá me quedé, soportando hasta lo insoportable sus detalles asesinos y avasalladores, pero a la vez extrañándola tanto que hace rato ha dejado de doler, ahora arde y congela al mismo tiempo, la extraño tanto que lo físicamente imposible se ha vuelto una realidad: los segundos están tan lentos que parecen ir en el sentido contrario, el agua me seca la garganta, la luna apaga mis sentidos…

Alguien dijo que el amor nunca va a ser justo pues, de algún modo, siempre nos van a lastimar y que nosotros simplemente elegimos a quién regalarle ese derecho. Otros dicen que hay que sentir dolor en amores fallidos para cuando encontremos al verdadero estemos preparados y ya hayamos aprendido a amar. Y algunos otros pensamos que la vida se parece a los latidos del corazón: sístole y diástole, a veces negro y veces blanco, verano e invierno, día y noche. Es decir, así como hay buenos momentos también hay malos, así funciona, debemos aprovecharlos y sacarles lo mejor tal cual vengan. Lo que sí es seguro es que el amor es el músculo que mueve al universo, luego entonces, es imperativo valerse de mucha resiliencia, mucha paz y mucha templanza. Mañana cesará la horrible noche y saldrá el sol.