miércoles, 30 de octubre de 2013

¡A su salud!

El presidente y el senado en Colombia son como los payasos, o hacen gracia o dan miedo. Sorprende que la reforma a la salud impuesta por el gobierno haya sido diseñada por personas con plena capacidad de obrar, está tan mal asesorada y es tan mediocre que pone en entre dicho el sistema educativo, democrático, social y moral en Colombia. Personas como estas son incapaces de hallar respuestas y soluciones porque equivocan las preguntas, definitivamente este gobierno perdió la chaveta.

Usted que está leyendo reflexione acerca de lo que dejaría de hacer sin salud; no podría percibir el olor de las vainas de vainilla, ni salir a montar en bici con sus amigos, por ejemplo. O tal vez se privaría de leer a Vargas Llosa. Peor aún, sin salud le sería muy difícil poder comer arepas al desayuno. De eso se trata, de disfrutar de su propia humanidad.

La reforma debería considerar que la vida es sagrada y contemplar el concepto de salud como todo un sistema dinámico y como un derecho vital de los seres humanos, de los colombianos. Es preciso llegar al núcleo del problema y no quedarse vagabundeando en simples retículos endoplasmáticos. En lugar de eso esta supuesta reforma lo único que hace es maquillar, disfrazar y rebautizar lo que existe actualmente en Colombia en materia de salud, que ha demostrado, de manera suficiente, ser un fracaso.

La vida es bonita en demasía, piense en el amor, en poder cantar una canción cerrando los ojos y abriendo el corazón, en abrazar a sus hijos, en tener la oportunidad de ver la luna llena en alguna noche nostálgica, en esa persona de la cual espera ansiosamente un mensaje o una llamada. Eso es vida, eso es salud, eso es lo que debe defenderse.

Pero se antepone la economía de unos pocos a la atención digna de todos en el país. No sorprende que vaya a ser aprobada dicha reforma, ya son famosas las tales primas de ocho millones otorgadas en tiempo record al honorable Congreso de la República justo antes de comenzar un año decisivo en términos políticos, esos son los padres de la patria. Y claro, se formó el respectivo zaperoco: una nueva manifestación que deberá afrontar el improvisado gobierno Santos.

La ansiedad superó los niveles permitidos, los colombianos reclaman y merecen ser acariciados y no pringados. Las caricias tienen una particularidad: no obedecen a las leyes de la física, es decir, entre más suaves son, más intensas se sienten. Haga el ejercicio de recordar, en este preciso momento, alguna caricia que lo o la haya hecho delirar. Recuerde ahora algún concierto de besos que algún o alguna artista le haya regalado. Eso es vida, eso es salud.

Esta protesta no tiene un nombre único, tampoco líderes a quienes seguir. No contempla ideologías políticas hijas del siglo veinte y mucho menos respalda a un color en particular. Esta protesta busca proteger la calidad de vida y la vida misma de los colombianos.

Es frustrante que por más que se les diga y se les explique que es indeseable legislar en favor de las minorías y en contra de los intereses y los deseos de la sociedad, ellos siguen dele que dele. Resulta necesario sumar voluntades y restar caprichos para evitar frenar la circulación de la cultura y así lograr anteponer el bienestar de la inmensa mayoría de una manera pacífica, estoica y contundente. Es posible.

Cuando existe la pasión el riesgo se ve de otra manera. Riesgo de reclamar, riesgo de estudiar, riesgo de crecer, riesgo de vivir... Dicen que Colombia es pasión, pero además de eso es un país con resiliencia heroica y oficio. Los colombianos tienen la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, sin embargo, Colombia merece ser realmente feliz y merece tener todo un sistema de salud que respalde y sustente esa felicidad en lugar de un futuro cegado por la incertidumbre de poder vivir o no el siguiente día.

Lo único que tiene de bueno el panorama tan negro que nos están imponiendo es que éste color combina con todo. Y aunque ya sabemos que la moda dista mucho de la salud o la política, nuestros gobernantes siguen desfilando con todo su arsenal maquillado, con sus sonrisas postizas y de muchos colores, con sus bolsillos llenos y con sus inteligencias huecas.

En Colombia hay personas que aprenden a sufrir antes de aprender a hablar, como incapaces de encontrar una identidad, como sin memoria, como sin pasiones, como sin ser dueños de un porvenir. La realidad para la mayoría de los humanos en el país suele ser mísera. La majestuosidad que algunos colombianos afortunados pueden sentir y disfrutar debería ser para todos los compatriotas.

Valoren inmensamente a los suyos, sean responsables con la madre tierra, multipliquen el amor y defiendan la vida ante todo. Esa es una reforma a la salud que se propone desde este humilde blog escrito por un colombiano que le duelen las injusticias en su país, no se necesita mucho presupuesto.

domingo, 20 de octubre de 2013

En caso de perder la memoria

Como Colombia es un país que sufre de amnesia resultan necesarios algunos recordatorios:

El tal paro nacional agrario si sirvió. Entre otras, nos confirmó el cinismo de los gobernantes en Colombia. El excelentísimo redentor, Álvaro Uribe, por ejemplo, salió a apoyar a los campesinos con su particular nobleza y patriotismo. Dignísimo mesías; hasta el más recalcitrante (término poco demócrata utilizado en demasía por nuestros “grandes demócratas”) de los uribistas sabe que usted fue uno de los protagonistas de las chambonadas del TLC y que usted abusó por debajo de la ruana de nuestros campesinos con cualquier tipo de fechorías indecibles e hizo porquerías con el agro colombiano.

Muy popular fue la payasada de Agro Ingreso Seguro pero pocos saben las veces en las que su gobierno privilegiaba el gasto público en favor de su patrimonio familiar expuestas y sustentadas por el profesor Kalmanovitz en días recientes. Sea como sea, esto a los colombianos se les olvida por que como “ahora se puede ir por tierra a Girardot, Armenia o Montería” todo es justificable. Señor Uribe, sus ansias y obsesión de poder me producen terror. ¿Cómo se les dice a quienes generan terror en los demás?

Mucho me temo que Uribe, además de su megalomanía, sufre de todo tipo de corrupción, incluso de corrupción social, su enfermedad lo lleva hasta auto proclamarse como el evangelizador de lo que está bien o mal dentro de la sociedad colombiana. Seguro que Narciso se sentiría orgulloso de este pupilo. La sociedad tiene una moral propia y quizá debería enseñarle algo de decencia a los gobernantes y quizá los gobiernos deban adaptarse a ella. Así Colombia sería un país menos belicoso y más justo.

Juan Manuel Santos es un poco más inocente y chistoso. Salió a los medios de comunicación a desprestigiar el paro al mejor estilo de un gobierno desafiante que no es digno de su pueblo campesino y a los pocos días le toco recular y salir a decir, con una sonrisa de muñeco de cera, que las protestas de los campesinos eran justificadas y que el gobierno los apoyaba con total ímpetu.

¡Con tanto apoyo el campesinado colombiano está hecho! Pero la verdad es que el tal apoyo no ha llegado o por lo menos no se ve, es rácano. Les conceden en teoría lo que en la práctica les negarán. Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje.

Con tanto abuso recibido, sorprende que el campesinado colombiano no haya salido a protestar desde mucho tiempo atrás. No se sabe si fue por humildad, por ignorancia, por falta de información y apoyo o por miedo a la represión. Tristemente, muchos colombianos ya se sienten culpables cuando quieren hacer lo correcto, que amargo trauma el que le están dejando al pueblo de Colombia sus gobernantes. Infortunadamente los colombianos suelen seguir más a sus instintos de conservación que a sus sueños.

Uribe decía, con su característico tono demagogo, que la protesta en Colombia era libre y hasta deseada, pero en la práctica se vio que si los reclamos legítimos los hacían los labriegos o los pequeños empresarios agrícolas colombianos (que sostienen a más de 9 millones de personas), estos automáticamente se convertían en “subversivos” y les pisoteaban su valía como personas y la legitimidad de sus demandas. Esa es su doctrina, la vergüenza de no decir ni una mísera palabra proactiva o con tintes de inteligencia, su mezquindad siempre le gana.

Tampoco olvidemos que el presidente actual de Colombia y la Policía Nacional han ofrecido recompensas y han publicado, con toda la razón, unas imágenes de algunos vándalos que empañaron el paro con actos violentos. Es deber del gobierno el realizar todos los esfuerzos para neutralizar a estos desubicados. Pero, de igual manera, surgen dos interrogantes:

1. El hecho de que algunos desadaptados sean incapaces de controlarse cuando se les sube la sangre al cerebro es muy triste, pero ¿era motivo suficiente para desestimar el paro?

2. ¿Cuándo van a publicar las imágenes y a ofrecer las recompensas por información que lleve a la captura de algunos delincuentes y abusivos con uniforme del ESMAD? Esa lista tiene casi dos meses de retraso.

Tal vez el recordatorio más importante es que Colombia es un país en donde las personas bailan y cantan todo el tiempo, sin motivo aparente, esa bonita energía no debe perderse, es lo que nos mantiene vivos, lo que nos ayuda a limpiarnos el polvo y salir a guerrear el día. Los colombianos mismos somos nuestro mejor baluarte, debemos cuidarnos y respaldarnos en todo sentido. Sobre todo respaldar a los campesinos, a los verdaderos héroes nacionales, gracias a ellos Colombia es un país en donde resulta casi imposible morirse de hambre. A Colombia le urge que llegue la hora de sembrar concordia en sus campos. ¡Que viva el campesinado colombiano carajo!

La historia debe recordarse para no repetirse y ésta se escribe de a poco, el futuro es tan inesperado que jamás se sabe cuándo cambiará de lado la moneda. Hay que seguir firme con pasión y principios, con objetivos contundentes. Hay que prepararse lo mejor posible para cuando a cada uno de nosotros le llegue la oportunidad de aportar desde nuestro oficio o intelecto. Y llegará…