jueves, 15 de marzo de 2012

Anastasia & Guadalupe

Viene de "Obsesión".

- ¡Eres tan hermosa! Además me da la impresión de que eres muy dulce… ¿Qué tal si te doy un lengüetazo para confirmarlo?

Fue perfecto. La locura por amor es igual a la fuerza de la gravedad, solo se necesita ser empujado hacia ella para caer. Zapatos blancos y suelas gastadas al abismo.

- Guadalupe, usted ya no me sirve, se convirtió en un carcelero.

Un hombre enamorado se reconoce porque suele permanecer muy callado. Simplemente se limita a contemplar su belleza, las palabras no le alcanzan. Ella piensa que la ignoran.

- Me fastidia que sea tan celoso e inseguro. Continuó.

- Los celos no tienen nada que ver con la seguridad.

No se animó a confesarle que lo que ocurría era que sentía miedo a perderla. Los celosos sufren mucho más por lo que se imaginan que por lo que ven.

- Pero con esa falta de carácter tiene el buen destino muy embolatado y yo ya no lo necesito en el mío.

- Soy una persona, cometo errores.

Un pretexto tan cierto como devaluado e incomprendido.

- Que usted sea una persona no significa que tenga una personalidad definida.

- Pero si tengo mis sentimientos definidos.

Siempre le hablaba en tono trascendente, eso la espantaba.

- Usted es muy mal mentiroso. Cambió el tema.

- Debe ser porque no estoy mintiendo…

Se amaban pero veían la vida de una manera muy distinta, esperaban cosas diferentes el uno del otro. La vida cotidiana algunas veces destroza al amor, Guadalupe no pudo seguirle el vuelo y Anastasia prefirió volar sola. La indolencia es lo más efectivo que se han inventado para aplastar las ilusiones.

¿De dónde sacaran tanta imaginación los ataques de celos? Se había convertido en un carcelero por extrañarla, por necesitarla y por desearla. Como todo carcelero sentía que iba a terminar ardiendo en el infierno hasta convertirse en polvo.

Se equivocó. Tuvo que caminar con sus zapatos blancos y sus suelas gastadas por senderos más tenebrosos que el mismo averno. Incluso el diablo, a pesar de sus resistentes pies de cabra, siempre se ha negado a transitarlos. Ese es el motivo por el cual el diablo no se enamora, la sabiduría de su vejez se lo prohíbe.

Cuando un humano ama con el alma a otro y a su vez ese ser amado solo siente cariño hacia el uno, se desata un desequilibrio armónico tan intenso y marcado como el resplandor del arco iris. El arco iris es una señal que de vez en cuando Dios dibuja entre los algodones del cielo para que ningún ser vivo se olvide de su existencia y mucho menos de su supremacía.

Los Devas florecen en el tiempo adecuado y en la temporada precisa, eso explica la tradición de regalar la hermosura celestial de las flores a las personas queridas y necesitadas en los momentos oportunos. Así, las abejas que en ellas polinizan les logran contar prosas mieliferas al oído.

- El desequilibrio de ustedes los humanos en verdad que es muy intenso. Se parece a los jilgueros: Son paseriformes con su canto pacífico y a la vez son fringílidos con ese pico duro.

- ¿Quién eres y que quieres?

- Soy un Deva. ¿Qué quieres tú?

- Que me dejen solo y tranquilo.

Cuando un humano pide que lo dejen solo en realidad está clamando por una buena compañía.

- Sigo sin saber que quieres realmente... ¿Tú lo sabes?

- Yo solo quería y quiero tener una relación mágica y alucinante con Anastasia, nada más me importa.

- Vuelvo al tema. Ese desequilibrio además de ser intenso resulta confuso, tan confuso como resultaría ser una sinfonía de un trompetero pescado por la pandemia de la peste negra.

- Creo que no entiendo…

- Lo más probable es que no quieras entender. Resulta terco y descabellado intentar consolidar una relación de ese tipo. Por el lado más sensible de la cuerda se va a romper.

- No es terco o iluso querer entregarle tu vida entera al motivo de tus latidos.

- Pero si resulta ser una completa desfachatez e injusticia hacer siempre lo mismo, tener la misma actitud y la misma predisposición y aun así esperar resultados distintos. Lo peor del caso es juzgar y condenar a la otra persona por esos resultados.

- Lo que pasa es que me tortura el hecho de que a veces mi razón y mi corazón no se sintonicen como antes. No me deja ser la persona que soy.

- La mayor tortura es pensar siempre en lo que pudo ser. Ese es un grave error.

- No puedo evitar cometer ese tipo de errores, la voz de mi conciencia suele hablar en otros idiomas.

- ¿Seguro que es tu conciencia?

- En realidad creo que todo gira alrededor de Anastasia. Ella se expresa y actúa con un lenguaje tan distinto que podría considerarse un nuevo formato literario. Me confunde.

- Ese es el fenómeno de las licuadoras. Al final no logras distinguir cales ingredientes le agregaste o en qué cantidad, solo obtienes un coctel. A veces dulce y a veces amargo.

- Los ingredientes se pueden elegir al gusto…

- Una de las leyes de la culinaria es que hay ingredientes que al ser mezclados saben mejor o en su defecto pierden su esencia, según el caso.

- Últimamente lo único que obtengo es una sensación de ser una estrella ignorada que se queda sola a ver el amanecer.

- Los humanos no deberían engañarse jugando a cambiar su esencia…

Los colores del sol se asoman y la labor del Deva queda pendiente. Tal como los Elfos, los Devas desaparecen con la madrugada con la misma velocidad de un dardo disparado con una cerbatana. Los amaneceres son un renacer diario exclusivo para los humanos. Resultan ser casi perfectos si se adornan de optimismo. Para que un amanecer sea perfecto se debe estar acompañado por la persona amada despertando al lado. Para Guadalupe no era un amanecer ni casi perfecto ni mucho menos perfecto.

Ella se fue a vivir su vida soñada y a él solo le quedo un consuelo, algo que vive a diario: A quién quieren olvidar lo tienen presente para siempre.

Si bien Guadalupe no tuvo la capacidad de alcanzar a Anastasia jamás intentó buscarle reemplazo a la razón de su existencia. Sabía que no iba a poder pero realmente nunca quiso hacerlo. Él le iba a pertenecer durante toda su existencia. La amaba tanto que podía regalarle todos sus años, incluso, no habría tenido problema en obsequiarle sus pupilas pues de todas maneras su belleza iba a estar impresa en sus entrañas por el transcurso de toda la eternidad.

La soledad es el peor de todos los consejeros sencillamente porque no aconseja, en realidad solo confunde con su rechinar de liras que dominan y marcan el compás del ritmo cardíaco: Guadalupe optó por hacer realidad la parábola del alacrán y termino por padecer su propio veneno. De repente se encontró soñando con “tortugas bomba” y demás fantasías en fallidos intentos para olvidar a Anastasia mientras caminaba con sus zapatos blancos y sus suelas gastadas.

martes, 6 de marzo de 2012

Obsesión

Es una imagen borrosa. Solo se alcanzan a ver con claridad sus zapatos blancos y sus suelas gastadas. El desgaste no se da por el uso, se da por la costumbre. Sostiene en sus manos una tortuga y además manipula nieve carbónica. Lógicamente, lo que intenta construir con detalle quirúrgico es una “tortuga bomba”. El proceso es sencillo: Primero introduce la nieve en el caparazón hermético del reptil y luego solo le resta esperar a que ocurra la expansión del gas, así cuando la presión ya no es sostenible se produce la explosión. Similar al humor de los humanos.

Las tortugas son los animales favoritos de Anastasia, se identifica con ellos. Esos seres se caracterizan por vivir eternidades, por desatar ternura y por ocultar una magia celestial en su interior (al igual que ella). De ellas proviene el coloquial dicho “coraza fuerte, interior blando”.


Él quería que la explosiva bicha se arrastrara sola hacia la casa de Anastasia, programada con una especie de radar que descifre el reptiliceo, pues le costaba mucho aparecerse por su zona de dominio. La zona que ella diseño meticulosamente para alejarlo de su vida. Pero ya sabemos que estos inocentes animalejos son muy lentos al caminar y lo son aún más cuando se arrastran cargando desilusión en su interior. Cegado por su desespero necesitaba cometer su crimen lo antes posible. No era viable.


Reaccionó después de estrellar sus zapatos blancos y sus suelas gastadas contra un andén contaminado por un diente de león reducido a la mitad. Efectivamente estaba soñando, lo hacía mientras caminaba dominado por el Morfeo de la Desesperanza.


Pese a todos sus intentos jamás logrará olvidarla. Resulta muy común caer en el error de intentar borrar de un suspiro y sacarse de la cabeza lo que nunca se va a salir del corazón. De nuevo, eso jamás sucederá. Sin duda el amor es el más sublime y a la vez el más absurdo de los sentimientos.


Le era imposible no amarla, su hálito de vida lo seducía incluso fuera de su presencia. Después de que ella le dijo adiós su razón de ser se convirtió en una sentencia sin ningún sentido, como cuando un lobo le aúlla a la luna embriagado de pasión y ésta no le responde, por el contrario, con el pasar del tiempo se aleja conservando su resplandor para que así otros puedan contemplarla. Ella le dijo adiós, decidió pedirle perfección en lugar de seguir ofreciéndole felicidad, resulta curioso y a la vez sospechoso porque los seres humanos existen para ser felices y no para ser perfectos.


Su siguiente fracaso para olvidarla consistía en desahogarse escribiéndole poemas ocultos en cuentos de fantasía, pero nunca fue suficiente. Desistió. A cambio decidió sumergirse en ese mundo que ilustraba su imaginación. Cuando el amor llega al punto de esclavizar y cercenar las pulsaciones, la fantasía resulta ser un camino tentador hacia la libertad del alma. Esa libertad es prestada, jamás definitiva.


Cuando estuvo a punto de perder la razón a causa de su condición de muerto viviente se calentaron sus zapatos blancos y sus suelas gastadas. No se venía un ángel descendiendo a través de los algodones del cielo, eso hubiera sido demasiado místico y muy poco fantástico, era un Deva, que siendo un espíritu de la tierra, emergía y brillaba a través de ella. Además, para Guadalupe solo existía y existirá un ángel en su imaginario.


Él se llama Guadalupe, como la Virgen. Es hombre pero tiene nombre de mujer. Su mamá todas las noches estrelladas de sus nueve lunas, le prendía velones blancos a la imagen de la virgencita. En medio de la terquedad que desatan todas las religiones poco le importó el género sexual de su hijo pues él era un milagro. Sabía que iba a llamarse Guadalupe desde el mismo momento en que comenzó a estremecerla mientras jugaba dentro de su vientre. Era efectivamente un milagro que él, a pesar de todas sus imperfecciones, conservara su vida.


La misión de los Devas es mantener a los humanos con el corazón latiendo así éste se encuentre destrozado. Además, prodigan prosperidad o desgracia según el color de las almas, y sobre todo, regulan el alcance mental buscando balance en los desequilibrados. Son seres brillantes pero su brillo no se ve, se siente. Se caracterizan por tener siempre sus brazos abiertos, es por pocos conocido que ellos fueron los que enseñaron a los humanos a abrazar. Los abrazos son una conexión armónica de corazones…


- ¿Por qué la amas? Preguntó el Deva.


Siempre que Guadalupe reflexiona acerca del amor que siente hacia Anastasia sus latidos le despiertan energías de cuya existencia ni él mismo había sospechado que fueran posibles llegar a sentir.


Sin embargo, se limitó a decir:


- Porque todos los mundos necesitan amor, yo me sacrifico y amo a Anastasia.


- ¿El amor es un sacrificio?


- No. La verdad es que amo a Anastasia porque incluso antes de conocerla sabía que en algún lugar existía.


- ¿Cómo un milagro?


Guadalupe, como era frecuente, se sintió incómodo y perdió la paciencia:


- La gente del común suele creer más en milagros que nunca ocurrieron en lugar de creerse capaces de hacer realidad cosas aparentemente imposibles. Amo a Anastasia porque ella lo merecía y yo lo decidí convertir en una realidad.


- Bien por ti. Todos los humanos están dotados de esos talentos taumatúrgicos y casi nunca los utilizan. De hecho, lamentablemente, ni siquiera creen que los tengan.


Los Devas llevan anillos de manganeso colgando de sus dos orejas, los utilizan como fuente de poder y de energía mineral. Pero lo más importante radica en que son extensiones de sus cuerpos y saben perfectamente que escuchar con cuatro oídos siempre resulta ser más sabio que escuchar con dos.


Guadalupe por fin se animó a preguntar:


- ¿Cómo es posible que a pesar de haberme desintegrado a causa de sus detalles asesinos, cada milésima de segundo que transcurre en el tiempo amo más y más a Anastasia?


- Porque la creación sabe a chocolate con maní. Es suave y dura, salada y dulce, silenciosa y ruidosa a la vez.


- Yo me muero por comerme el mundo pero acompañado por una alta dosis de sus besos…


- ¿Por qué? ¿No puedes solo?


- Si puedo, pero no quiero. La complicidad que sentía con Anastasia era mi catalizador.


- ¿Porque sientes la necesidad de mencionar su nombre en todas tus respuestas a pesar de no ser necesario?


- Porque quiero volver a ser feliz.


- No comprendo. Para ti ¿qué es la felicidad? Explícamelo aunque sea un concepto complejo. Utiliza todas las palabras del diccionario si es necesario y si no te alcanzan invéntate otro lenguaje.


- La felicidad solo tiene dos palabras: su compañía.


Hay detalles que nunca se olvidan. Demasiado simples en apariencia pero en la realidad no son sencillos, son deletéreos. El pulso de los humanos es una paradoja indescifrable.


La obsesión que desbordan las lágrimas de Guadalupe hasta encharcar sus zapatos blancos y sus suelas gastadas es contestar al más alucinante cuestionamiento: ¿Por qué será que las personas no están dispuestas a sacrificarlo todo en el nombre del amor?


Continúa en "Anastasia & Guadalupe".


jueves, 1 de marzo de 2012

Cuestión de carácter

No voy a debatir el dilema moral de que tan mala persona se es por haber sido infiel. Tampoco lo que se siente en el preciso momento de serlo. Simplemente caigamos en la idea de que llegó el desafío de ponerle los cachos a tu novia con una vieja bien buena, que lo suelta fácil. Entonces, lograste interpretar bien las señales y ya está hecho, prueba superada, punto. ¿Qué sigue después? ¿Hay que callarlo o negarlo (según sea el caso) hasta el desespero? ¿Hay que realizar un acto de heroísmo y confesar? ¿Es preciso adoptar una actitud de víctima?

Con respecto a eso último seamos francos; ¿Para quién significa algún tipo de consuelo la añeja excusa de que el que resulto siendo infiel lo fue por que se vio en la necesidad de buscar afuera lo que no se tiene adentro? Eso no lo digiere nadie. Hay otras maneras.

También resulta ser una patraña eso de que “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. En realidad uno si sabe lo que tiene, por algo se está enamorado, de lo que no se es consciente (hasta que aparecen este tipo de coyunturas) es que nosotros mismos somos los directamente responsables de perder a quienes amamos por causa de nuestras pendejadas. Lo curioso es que siempre terminamos echándole la culpa al otro, ya sabemos que eso es inherente a los humanos.

Eso de la desconfianza también es un mito, una infidelidad no produce tanta desconfianza como debería. Decir que ya no se confía en la pareja después de que te adorno la frente es sencillamente una manera más digna y elegante de señalar que estás ardido y con el orgullo pisoteado, pero claro, ese individuo no merece que se lo confieses.

Volvamos al tema. Muchas personas aseguran que prefieren eso de no ver y no sentir. Pero es que no se sabe que causa más daño, la mentira o la verdad. Por un lado el hecho ofende más que la misma mentira y por otro lado las mentiras, cuando laceran, son despiadadas y ofensivas. En consecuencia buscamos apelar al hecho de que la humillación puede reducirse con la confesión e incluso (con el tiempo) puede desaparecer.

Vámonos entonces por el camino de la confesión. Nos decidimos a ser optimistas con el futuro y guerreros con el presente. Se pretende asumir las consecuencias, es decir, hacernos responsables por las irresponsabilidades y las inmadureces cometidas. Lógicamente no adoptamos dicha postura por honestidad, esa materia hace rato la perdimos, sino por apelar a la idea de que una persona que te quiera de verdad podría ser capaz de hacer cosas que en sano juicio resultarían absurdas, por ejemplo, perdonar la temida cornamenta. Descaradamente nos lavamos las manos y la sometemos a ella a prueba.

No es que confesemos por el hecho de que estemos conscientes de que ella no merece que le ocultemos las cosas, siendo sensatos, las personas estaríamos dementes si realizáramos y viviéramos todo aquello que ignoramos. La verdad es que nos atrevemos a tomar la decisión de contarle todo es sencillamente porque todavía no hemos hecho contacto visual con ella.

Hasta que eso ocurre no nos damos cuenta del inmenso impacto que tenemos sobre las demás personas simplemente con una palabra o con un gesto. Por eso es que ser tan egoístas resulta ser algo que raya en lo anti humano, en lo bizarro, pues tristemente cada vez más preferimos ser seres vivos a ser seres humanos… Y lo logramos.

Sin embargo, el hecho de verle el corazón en los ojos es precisamente lo que te hace sentir como una basura, ahí es cuando comprendemos que ser infiel es una decisión caliente que debería tomarse con la mente fría, pero no, las personas, en medio de nuestra cobardía, adoramos el drama y nos sometemos a él.

Nos echaron. Cuando hay tantas emociones en juego la gran mayoría de ellas tienden a exagerarse. Además está claro, a pesar de todo, que las mujeres reaccionan y accionan mucho mejor y de una manera mucho más racional. Entendemos entonces que ha sido un muy mal negocio haber hecho placeres con otra.

La vida rara vez incluye finales felices y esto sucede mucho menos después de haber sido un idiota con la mujer que amas así estés sintiendo que te mueres por estar con ella durante toda la eternidad. Como absurdo consuelo decimos que quizá ese final feliz que soñamos despiertos resulta siendo tu ensordecedora soledad. Uno ahí, recogiendo los pedazos destrozados por sus propios errores, con la oportunidad de volver a empezar. Para aprender y aplicar esto se necesita desarrollar un verdadero carácter.
vega@hotmail.com