martes, 6 de marzo de 2012

Obsesión

Es una imagen borrosa. Solo se alcanzan a ver con claridad sus zapatos blancos y sus suelas gastadas. El desgaste no se da por el uso, se da por la costumbre. Sostiene en sus manos una tortuga y además manipula nieve carbónica. Lógicamente, lo que intenta construir con detalle quirúrgico es una “tortuga bomba”. El proceso es sencillo: Primero introduce la nieve en el caparazón hermético del reptil y luego solo le resta esperar a que ocurra la expansión del gas, así cuando la presión ya no es sostenible se produce la explosión. Similar al humor de los humanos.

Las tortugas son los animales favoritos de Anastasia, se identifica con ellos. Esos seres se caracterizan por vivir eternidades, por desatar ternura y por ocultar una magia celestial en su interior (al igual que ella). De ellas proviene el coloquial dicho “coraza fuerte, interior blando”.


Él quería que la explosiva bicha se arrastrara sola hacia la casa de Anastasia, programada con una especie de radar que descifre el reptiliceo, pues le costaba mucho aparecerse por su zona de dominio. La zona que ella diseño meticulosamente para alejarlo de su vida. Pero ya sabemos que estos inocentes animalejos son muy lentos al caminar y lo son aún más cuando se arrastran cargando desilusión en su interior. Cegado por su desespero necesitaba cometer su crimen lo antes posible. No era viable.


Reaccionó después de estrellar sus zapatos blancos y sus suelas gastadas contra un andén contaminado por un diente de león reducido a la mitad. Efectivamente estaba soñando, lo hacía mientras caminaba dominado por el Morfeo de la Desesperanza.


Pese a todos sus intentos jamás logrará olvidarla. Resulta muy común caer en el error de intentar borrar de un suspiro y sacarse de la cabeza lo que nunca se va a salir del corazón. De nuevo, eso jamás sucederá. Sin duda el amor es el más sublime y a la vez el más absurdo de los sentimientos.


Le era imposible no amarla, su hálito de vida lo seducía incluso fuera de su presencia. Después de que ella le dijo adiós su razón de ser se convirtió en una sentencia sin ningún sentido, como cuando un lobo le aúlla a la luna embriagado de pasión y ésta no le responde, por el contrario, con el pasar del tiempo se aleja conservando su resplandor para que así otros puedan contemplarla. Ella le dijo adiós, decidió pedirle perfección en lugar de seguir ofreciéndole felicidad, resulta curioso y a la vez sospechoso porque los seres humanos existen para ser felices y no para ser perfectos.


Su siguiente fracaso para olvidarla consistía en desahogarse escribiéndole poemas ocultos en cuentos de fantasía, pero nunca fue suficiente. Desistió. A cambio decidió sumergirse en ese mundo que ilustraba su imaginación. Cuando el amor llega al punto de esclavizar y cercenar las pulsaciones, la fantasía resulta ser un camino tentador hacia la libertad del alma. Esa libertad es prestada, jamás definitiva.


Cuando estuvo a punto de perder la razón a causa de su condición de muerto viviente se calentaron sus zapatos blancos y sus suelas gastadas. No se venía un ángel descendiendo a través de los algodones del cielo, eso hubiera sido demasiado místico y muy poco fantástico, era un Deva, que siendo un espíritu de la tierra, emergía y brillaba a través de ella. Además, para Guadalupe solo existía y existirá un ángel en su imaginario.


Él se llama Guadalupe, como la Virgen. Es hombre pero tiene nombre de mujer. Su mamá todas las noches estrelladas de sus nueve lunas, le prendía velones blancos a la imagen de la virgencita. En medio de la terquedad que desatan todas las religiones poco le importó el género sexual de su hijo pues él era un milagro. Sabía que iba a llamarse Guadalupe desde el mismo momento en que comenzó a estremecerla mientras jugaba dentro de su vientre. Era efectivamente un milagro que él, a pesar de todas sus imperfecciones, conservara su vida.


La misión de los Devas es mantener a los humanos con el corazón latiendo así éste se encuentre destrozado. Además, prodigan prosperidad o desgracia según el color de las almas, y sobre todo, regulan el alcance mental buscando balance en los desequilibrados. Son seres brillantes pero su brillo no se ve, se siente. Se caracterizan por tener siempre sus brazos abiertos, es por pocos conocido que ellos fueron los que enseñaron a los humanos a abrazar. Los abrazos son una conexión armónica de corazones…


- ¿Por qué la amas? Preguntó el Deva.


Siempre que Guadalupe reflexiona acerca del amor que siente hacia Anastasia sus latidos le despiertan energías de cuya existencia ni él mismo había sospechado que fueran posibles llegar a sentir.


Sin embargo, se limitó a decir:


- Porque todos los mundos necesitan amor, yo me sacrifico y amo a Anastasia.


- ¿El amor es un sacrificio?


- No. La verdad es que amo a Anastasia porque incluso antes de conocerla sabía que en algún lugar existía.


- ¿Cómo un milagro?


Guadalupe, como era frecuente, se sintió incómodo y perdió la paciencia:


- La gente del común suele creer más en milagros que nunca ocurrieron en lugar de creerse capaces de hacer realidad cosas aparentemente imposibles. Amo a Anastasia porque ella lo merecía y yo lo decidí convertir en una realidad.


- Bien por ti. Todos los humanos están dotados de esos talentos taumatúrgicos y casi nunca los utilizan. De hecho, lamentablemente, ni siquiera creen que los tengan.


Los Devas llevan anillos de manganeso colgando de sus dos orejas, los utilizan como fuente de poder y de energía mineral. Pero lo más importante radica en que son extensiones de sus cuerpos y saben perfectamente que escuchar con cuatro oídos siempre resulta ser más sabio que escuchar con dos.


Guadalupe por fin se animó a preguntar:


- ¿Cómo es posible que a pesar de haberme desintegrado a causa de sus detalles asesinos, cada milésima de segundo que transcurre en el tiempo amo más y más a Anastasia?


- Porque la creación sabe a chocolate con maní. Es suave y dura, salada y dulce, silenciosa y ruidosa a la vez.


- Yo me muero por comerme el mundo pero acompañado por una alta dosis de sus besos…


- ¿Por qué? ¿No puedes solo?


- Si puedo, pero no quiero. La complicidad que sentía con Anastasia era mi catalizador.


- ¿Porque sientes la necesidad de mencionar su nombre en todas tus respuestas a pesar de no ser necesario?


- Porque quiero volver a ser feliz.


- No comprendo. Para ti ¿qué es la felicidad? Explícamelo aunque sea un concepto complejo. Utiliza todas las palabras del diccionario si es necesario y si no te alcanzan invéntate otro lenguaje.


- La felicidad solo tiene dos palabras: su compañía.


Hay detalles que nunca se olvidan. Demasiado simples en apariencia pero en la realidad no son sencillos, son deletéreos. El pulso de los humanos es una paradoja indescifrable.


La obsesión que desbordan las lágrimas de Guadalupe hasta encharcar sus zapatos blancos y sus suelas gastadas es contestar al más alucinante cuestionamiento: ¿Por qué será que las personas no están dispuestas a sacrificarlo todo en el nombre del amor?


Continúa en "Anastasia & Guadalupe".


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