miércoles, 30 de diciembre de 2015

Sueños

Yo no sé cuál es el color del sol. Lo veo todos los días, imponente, inalcanzable… Pero en realidad su tono cambia cada vez que es acariciado por la brisa, por las nubes, por la atmósfera polvorienta y hechizada. Su brillantez es genuina, como anunciando la llegada del futuro o acaso como la sensación de darle un abrazo a un ser entrañable, el brillo del sol es eso, una sinergia de corazones que se conectan por algunos instantes para latir cual congas, es una ilusión, un deseo.

Los sueños se me parecen al color del sol, me resultan indescifrables y cambiantes, mutan de acuerdo a la templanza de su portador, traicionan. A la vez, los sueños son el combustible para no ceder, para no rendirse jamás. Así el orgullo queme, así la flecha haya llegado con precisión quirúrgica, así el tronco del árbol se pudra en su interior. Así el miedo venga con lágrimas incontenibles… ¡Resulta necesario seguir soñando!

Cada amanecer es un nuevo comienzo, cada nuevo día merece la pena sin importar si es miércoles o sábado. Cada año que llega trae consigo cientos de oportunidades para soñar. Sugiero hacerlo cuando estamos despiertos; en la ducha, en la fila del café, en la caminata hacia el bus, o en la magia de los silencios sin razón.

La nostalgia arrasa los sentidos, la soledad endurece la piel, la mala hora puede llegar en cualquier momento; durante el cine o después del cepillado de los dientes. Pero las raíces son fuertes en la medida en que los sueños también lo sean. Todo cambia, todo pasa.

La vida no es una montaña rusa, como dicen, eso sería muy fácil. Allí se puede elegir si participar o abstenerse, y dado el caso, ya se conocería el recorrido por muy extremo que éste sea. Más bien es como una oblea; el control se lleva en las manos y en la lengua, las decisiones de su contenido son cruciales para darle sabor, y al final, después del último tarascón y de la respectiva lamida de los dedos, debería dejar un hálito de satisfacción.

La posición en la que estamos hoy es prestada, simplemente no nos pertenece. Todo cambia, todo pasa. Más humildad, más exaltación hacia la gratitud, más amor, más bondad, más auto control, más compasión. Más sol. Más sueños, muchos más sueños, hasta atravesar la barrera de las nubes, hasta cantar de felicidad, hasta quemarse con las brasas de la pasión, hasta conocer y derretir todos los hielos del mundo.


Les deseo a todos un 2016 saturado de sueños y de magia.
I wish you all a 2016 saturated with dreams and magic.

domingo, 10 de mayo de 2015

Ardentía

Me dijeron, de una manera radical, con ardentía sospechosa, que quien es jamás dejará de ser. El orgullo tiene la particularidad de ponerse el disfraz que mejor le convenga, la tierna mangosta puede acabar con una serpiente venenosa a su acomodo por el simple hecho de tener una ventaja natural en su sistema. Lo que ella no sabe es que yo no quiero ni pretendo dejar de lado mi esencia como quien se despercude las manos pecadoras, sino ser cada vez más leal a mis convicciones, crecer y madurar (un poco) y respetar de forma innegociable a propios y extraños (primordial). Nadie tiene por qué juzgar ni pasar por encima de los sentimientos ni las decisiones de nadie.

Las frases lapidarias resultan ser peligrosas e injustas. Son vacías. El hecho de que algunos hayan inventado frases que suenen en apariencia lógicas, de que otros las creyeran, otros escribieran libros utilizándolas y algunos otros la pongan, de manera repetida y trascendental, en Facebook, no significa que sean necesariamente ciertas ni que ya se hayan escrito las leyes universales de la psicología ni del comportamiento humano. Cada corazón es único y late a ritmos distintos, cada experiencia y cultura tiene un número infinito de variables, cada sentimiento, convicción y emoción es personal e intransferible.

Pero lo que más deseo es encontrar la felicidad infinita, es sabido que para encontrar el infinito hay que cerrar los ojos, buscar en la oscuridad interior y soñar con una locura magistral. En sí, estar realmente loco sería vivir una vida sin darme la licencia de cometer ni soñar con una que otra locura. No lo estoy. Mi mente analítica, inquieta e imaginativa decidió soñar con ella hasta el infinito, así nada más, a pesar del poco tiempo entrelazados. Cada embeleco lo sustentaba con el brillo de mis ojos, cada caricia la dirigían mis pulsaciones y cada sueño (por desproporcionado que fuera) lo deseaba con honestidad e intensidad.

Fui traicionado por mi propia pasión. El principal problema que querer controlar lo incontrolable, es decir, lo que está por fuera de nuestro dominio y de nuestra competencia, es que innecesariamente desperdiciamos la energía vital que deberíamos estar invirtiendo en controlar lo que si requiere de nuestra incidencia y capacidad. A fin de cuentas, existen muchas más traiciones y muchos más corazones quebrados en una imaginación enferma de celos que en las probabilidades de la realidad.

Aún no estoy seguro de que discutir en momentos inoportunos por ser apasionado y emocional sea o no un pecado imperdonable. Quiero estar feliz y en paz, pero no a cualquier costo, es imperativo que mis necesidades tengan un lugar, eso no necesariamente es un capricho y si lo fuera aun así tendría validez. Sólo quería lo mejor para ella y para mí, no estaba dispuesto a aceptar ninguna señal de una relación mediocre y sin pasión. Quién no quiera ser desafiado ni controlado, siempre estará atrapado en su zona de dominio y comodidad y, en consecuencia, estará condenado a la simpleza, a la amargura de la satisfacción constante y a la insipidez de la falta de inspiración.

Nada le da más sentido a la vida que amar superando los límites de la locura, los límites de los límites, los límites de lo impensado, los límites de una moral social y políticamente correcta. Nadie que no mueva tus cimientos podrá, además, alentarte a seguir tus sueños, obligarte a convertirte en tu mejor versión cada nuevo día, cuestionar tus creencias, desafiar tu inteligencia, mucho menos, entretener tus ganas hasta el punto de que el placer sea alucinante.

Acá me quedé, soportando hasta lo insoportable sus detalles asesinos y avasalladores, pero a la vez extrañándola tanto que hace rato ha dejado de doler, ahora arde y congela al mismo tiempo, la extraño tanto que lo físicamente imposible se ha vuelto una realidad: los segundos están tan lentos que parecen ir en el sentido contrario, el agua me seca la garganta, la luna apaga mis sentidos…

Alguien dijo que el amor nunca va a ser justo pues, de algún modo, siempre nos van a lastimar y que nosotros simplemente elegimos a quién regalarle ese derecho. Otros dicen que hay que sentir dolor en amores fallidos para cuando encontremos al verdadero estemos preparados y ya hayamos aprendido a amar. Y algunos otros pensamos que la vida se parece a los latidos del corazón: sístole y diástole, a veces negro y veces blanco, verano e invierno, día y noche. Es decir, así como hay buenos momentos también hay malos, así funciona, debemos aprovecharlos y sacarles lo mejor tal cual vengan. Lo que sí es seguro es que el amor es el músculo que mueve al universo, luego entonces, es imperativo valerse de mucha resiliencia, mucha paz y mucha templanza. Mañana cesará la horrible noche y saldrá el sol.

jueves, 9 de abril de 2015

Los ojos

Esa mirada que se dan es posiblemente el comienzo de su desenlace. Están ahí, cruzándose, como reverberación de espejos. Los unos dan miedo al mostrarse tan asesinos, tan penetrantes, tan parecidos a las bayonetas. Los otros, orgullosos, devuelven la mirada rayados pero dejando la duda de si hay en ellos ínfulas de coquetería. Los ojos están en una constante búsqueda de otros ojos cuyos demonios sean compatibles. Los ojos viborean invadidos por sus gustos culposos intentando desenredarse. Los ojos derraman únicamente tinta negra, como si los demás colores sobraran.

Obnubilan y disparan eufemismos, delirios, pues se niegan a estallarse como burbujas de jabón vencidos por el polvo. Se niegan a revelar sus miedos pues están apoderados de espanto. El odio nace del miedo, y el miedo es una de las maneras más crueles de aferrarse al pasado. Lo más doloroso que pueden hacer los ojos cuando llega la hora de la verdad es mentir, o peor, mentirse. Cuando no pueden vencerse se unen a ellos mismos. La negación del reconocimiento propio es una manera de autodestrucción, el olvido es una forma de suicidio.

También se puede besar con la mirada. Los ojos sienten gratis y sin razón, convencidos de que cuando algo sublime sale de una pupila noble su destino inevitable es otra pupila noble. Se equivocan. Esa maña de pensar que el mundo ya ha ocurrido cuando se cierran a soñar y la frustración que sienten al abrirse de nuevo a la realidad y darse cuenta de lo equivocados que estaban, en algún momento los dejará ciegos. Pero no pueden evitar el amor que se puede sentir por ciertas cosas oscuras, por ciertos extremos adictivos y en consecuencia malsanos. Haciendo cuentas, los ojos siempre han sido una romería de arrumacos adictos al drama, en consecuencia, suelen delatar esa bella faceta de la distracción que no es otra cosa que soñar despiertos.

Tienen matices muy distintos. Unos tienen adicción a la tristeza. Otros a despertar lástima como método de exaltación. Su principal error es creerse dueños de otros, esa es una gran infamia... Desfile de injusticias y crueldades que rayan en lo visceral. Todos los ojos desean estar libres de pecado para poder lanzar la primera mirada, como piedra. Y todos son esclavistas de sus pasiones pero a la vez esclavos de sus lágrimas. Cuando intentan sacar sus demonios corren el riesgo de sacar lo mejor de sí mismos porque lo que es hermoso puede, fácilmente, llegar a ser horrible. Y a la inversa.

Esa mirada que se dan es posiblemente el desarrollo de su desenlace pues en realidad no se ve con los ojos sino con lo que se tiene a disposición. Mirar puede ser una forma sofisticada de tocar, de lamer. Los ojos pintan percepciones hasta el punto de doler, permanentemente extrañan esos sueños que alguna vez fueron placenteros. Esa mirada que se dan es posiblemente el final de su desenlace, acordaron estar en desacuerdo porque para verse solo les bastaba con cerrarse y buscarse en el alma. Las sombras de los que se van quedan impregnadas en el alma.