lunes, 30 de diciembre de 2013

Quiero ver amanecer

Llegó la época para vivir las relaciones humanas, que son lo más trascendentes; el amor, la amistad, la familia y la naturaleza son las únicas riquezas imprescindibles. Llegó el tiempo para ver nuevos amaneceres, de que por fin el sol ilumine el horizonte. Llegó el momento de marcar el comienzo de una era dorada. 2014 representa una nueva oportunidad de purificar nuestros corazones, de restaurar todos nuestros equilibrios frágiles.

Es hora de perder los referentes del miedo y de la violencia. No podemos seguir acostumbrados a la desesperanza, no resultó ser un negocio viable. Las nuevas generaciones en Colombia y en el planeta no pueden ser criadas con historias de guerra y deberán tener la capacidad de decidir, libremente, quienes quieren ser y en quienes se quiere convertir.

En enero de 2014 comienza también el año chino. El año del Caballo de Madera que representa la vida, la fiesta y las emociones. Qué bonito sería tomar su ejemplo de agudeza e inteligencia y poder bailar y cantar en este mundo de adagios, caer en estado de eudaimonía.

Resulta esencial darle a la paz un lugar de privilegio, darle la oportunidad a cada uno de los colombianos de que repare su espíritu, cada ciudadano del mundo debería asumir su capacidad de pedir perdón y de perdonar. La paz, la libertad y la felicidad son destellos que no suceden en la razón, suceden en alguna parte del alma que se rehúsa a extinguir. Tenemos la obligación de tomar decisiones dentro de nosotros mismos, de marcar el fin de las décadas púrpuras.

A pesar de la efervescencia y de toda la sangre caliente que aún se sigue derramando, aquí estoy yo, abrigando sueños y deseos: Igualdad para toda la humanidad, ¡ya! Un mundo que tristemente nos resulta impensable pero que es perfectamente posible. La luna se asoma y la lluvia cae para todos. El bien y el mal no son categorías de la naturaleza, son decisiones, la tolerancia es el fundamento que necesitamos para vivir en paz.

Como pensamos en pequeño nos sentimos diminutos y tendemos a depender de los demás. Nosotros somos igual de humanos a los humanos que ya resolvieron sus conflictos, tenemos las mismas capacidades y los mismos derechos. Tal vez, el modo de cerrar los grandes conflictos es aprender de nuestro dolor y así hacer todo lo posible para no volver a sentirlo. Lo bueno es que los dolores tienen la particularidad de recordarse poco una vez se acaban.

Colombia representa una riqueza de cruce, hibridación y mescolanza. La diversidad de culturas es tan rica que nos muestra un universo mágico e inimaginado de colores y olores. Es la cuna de las chapoleras, de la panela, de las cordilleras. Colombia representa también un lugar estratégico en la geografía de América; recursos y privilegios envidiables. Es un país demasiado hermoso, merece la pena. La dejación del rencor es necesaria para vivir ese gran sueño.

Los ególatras de la nación hablan casi que en séptima persona. En el diario vivir resulta más fácil ser juez que actor, no estaría de más que saliéramos de nuestra zona de dominio y de comodidad para lograr ser consecuentes en el sentido de actuar de la misma manera a como nos gusta criticar. La mezquindad es como la diabetes, produce una muerte lenta y casi segura.

Lo que nos ennoblece es elegir causas que eleven nuestros andares y nos den contenido. En 2014 podemos apostarle a la naturaleza, por ejemplo, sería un buen comienzo. Defender la amazonia, los páramos y las especies como lo que son: elementos sagrados, irrecuperables. Tener la misma cultura verde y cuidar el agua así como lo hacen nuestros indígenas, nuestros sabios indígenas a los que tanto les debemos y a los que tanto menospreciamos.

En 2014 podemos apostarle a eliminar el sufrimiento. Duele saber que tan solo una palabra podría erradicar por completo con el hambre en el planeta y aun así el significado de la solidaridad es lejano y poco aplicado por la mayoría.

En 2014 podemos apostarle a dejar de lado la amargura. Porque no se vive de cobrar cuentas, mucho menos de nostalgias o de recuerdos, buenos o malos, se vive de porvenir. Tanto el odio como el chocolate son más amargos cuanto más puros.

En 2014 es necesario apostarle a ver un nuevo amanecer en Colombia.


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