Como Colombia es un país que sufre de amnesia resultan necesarios algunos recordatorios:
El tal paro nacional agrario si sirvió. Entre otras, nos confirmó el cinismo de los gobernantes en Colombia. El excelentísimo redentor, Álvaro Uribe, por ejemplo, salió a apoyar a los campesinos con su particular nobleza y patriotismo. Dignísimo mesías; hasta el más recalcitrante (término poco demócrata utilizado en demasía por nuestros “grandes demócratas”) de los uribistas sabe que usted fue uno de los protagonistas de las chambonadas del TLC y que usted abusó por debajo de la ruana de nuestros campesinos con cualquier tipo de fechorías indecibles e hizo porquerías con el agro colombiano.
Muy popular fue la payasada de Agro Ingreso Seguro pero pocos saben las veces en las que su gobierno privilegiaba el gasto público en favor de su patrimonio familiar expuestas y sustentadas por el profesor Kalmanovitz en días recientes. Sea como sea, esto a los colombianos se les olvida por que como “ahora se puede ir por tierra a Girardot, Armenia o Montería” todo es justificable. Señor Uribe, sus ansias y obsesión de poder me producen terror. ¿Cómo se les dice a quienes generan terror en los demás?
Mucho me temo que Uribe, además de su megalomanía, sufre de todo tipo de corrupción, incluso de corrupción social, su enfermedad lo lleva hasta auto proclamarse como el evangelizador de lo que está bien o mal dentro de la sociedad colombiana. Seguro que Narciso se sentiría orgulloso de este pupilo. La sociedad tiene una moral propia y quizá debería enseñarle algo de decencia a los gobernantes y quizá los gobiernos deban adaptarse a ella. Así Colombia sería un país menos belicoso y más justo.
Juan Manuel Santos es un poco más inocente y chistoso. Salió a los medios de comunicación a desprestigiar el paro al mejor estilo de un gobierno desafiante que no es digno de su pueblo campesino y a los pocos días le toco recular y salir a decir, con una sonrisa de muñeco de cera, que las protestas de los campesinos eran justificadas y que el gobierno los apoyaba con total ímpetu.
¡Con tanto apoyo el campesinado colombiano está hecho! Pero la verdad es que el tal apoyo no ha llegado o por lo menos no se ve, es rácano. Les conceden en teoría lo que en la práctica les negarán. Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje.
Con tanto abuso recibido, sorprende que el campesinado colombiano no haya salido a protestar desde mucho tiempo atrás. No se sabe si fue por humildad, por ignorancia, por falta de información y apoyo o por miedo a la represión. Tristemente, muchos colombianos ya se sienten culpables cuando quieren hacer lo correcto, que amargo trauma el que le están dejando al pueblo de Colombia sus gobernantes. Infortunadamente los colombianos suelen seguir más a sus instintos de conservación que a sus sueños.
Uribe decía, con su característico tono demagogo, que la protesta en Colombia era libre y hasta deseada, pero en la práctica se vio que si los reclamos legítimos los hacían los labriegos o los pequeños empresarios agrícolas colombianos (que sostienen a más de 9 millones de personas), estos automáticamente se convertían en “subversivos” y les pisoteaban su valía como personas y la legitimidad de sus demandas. Esa es su doctrina, la vergüenza de no decir ni una mísera palabra proactiva o con tintes de inteligencia, su mezquindad siempre le gana.
Tampoco olvidemos que el presidente actual de Colombia y la Policía Nacional han ofrecido recompensas y han publicado, con toda la razón, unas imágenes de algunos vándalos que empañaron el paro con actos violentos. Es deber del gobierno el realizar todos los esfuerzos para neutralizar a estos desubicados. Pero, de igual manera, surgen dos interrogantes:
1. El hecho de que algunos desadaptados sean incapaces de controlarse cuando se les sube la sangre al cerebro es muy triste, pero ¿era motivo suficiente para desestimar el paro?
2. ¿Cuándo van a publicar las imágenes y a ofrecer las recompensas por información que lleve a la captura de algunos delincuentes y abusivos con uniforme del ESMAD? Esa lista tiene casi dos meses de retraso.
Tal vez el recordatorio más importante es que Colombia es un país en donde las personas bailan y cantan todo el tiempo, sin motivo aparente, esa bonita energía no debe perderse, es lo que nos mantiene vivos, lo que nos ayuda a limpiarnos el polvo y salir a guerrear el día. Los colombianos mismos somos nuestro mejor baluarte, debemos cuidarnos y respaldarnos en todo sentido. Sobre todo respaldar a los campesinos, a los verdaderos héroes nacionales, gracias a ellos Colombia es un país en donde resulta casi imposible morirse de hambre. A Colombia le urge que llegue la hora de sembrar concordia en sus campos. ¡Que viva el campesinado colombiano carajo!
La historia debe recordarse para no repetirse y ésta se escribe de a poco, el futuro es tan inesperado que jamás se sabe cuándo cambiará de lado la moneda. Hay que seguir firme con pasión y principios, con objetivos contundentes. Hay que prepararse lo mejor posible para cuando a cada uno de nosotros le llegue la oportunidad de aportar desde nuestro oficio o intelecto. Y llegará…
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